22 jun. 2011

Consideraciones sobre el Anteproyecto de Ley de Medios Comunitarios Alternativos y Comunicación Popular



El nivel de discusión al que se ha llegado respecto al tema comunicacional y el papel de los medios en Venezuela es de gran magnitud y profundidad gracias al sacudón político, social y cultural que ha significado la Revolución Bolivariana.

Hoy nos convoca la discusión del Anteproyecto de Ley de Medios Comunitarios Alternativos y Comunicación Popular, impulsada por fuerzas provenientes de los Medios Populares así como de diputados de la Asamblea Nacional, sensibles y comprometidos por el impulso de una comunicación liberadora y humanista, al servicio de la construcción del Socialismo. Dicha discusión trasciende meras reivindicaciones gremiales para convertirse en un debate central, entendiendo la aguda confrontación ideológica y comunicacional que vive la Revolución Bolivariana.

De lo aprobado en dicha ley dependerá en gran parte la acción política con que peleemos en esta confrontación; entendiendo que toda revolución llega hasta donde se lo permite su ideología y además que quien controla los medios, controla la cultura.

El carácter de la Ley
La Ley, según el artículo 1 del anteproyecto busca  establecer el marco legal general de los Medios Comunitarios Alternativos y la Comunicación Popular; así como la organización desde la comunicación popular. Es un marco regulatorio exclusivo para “los otros medios de comunicación” o para “la otra comunicación” como insistentemente ha calificado el anteproyecto a los medios comunitarios y alternativos.

Existe una exagerada mención a la otredad y alternatividad de “nuestros medios”, (incluso la misma iniciativa y alcance de la Ley es expresión de esto) que nos resulta peligrosa e interesada por varias razones:

- Calificar a la comunicación que practicamos como alternativa es aceptar tácitamente, que los medios privados también practican comunicación, y que nosotros la practicamos pero de OTRA forma. Lo que supone que ambos modelos de comunicación, solo son diferentes, sin ser antagónicos, y pueden convivir siempre y cuando estén regulados por un marco legal.

Esta visión esconde la naturaleza dialéctica del problema. Los medios privados son aparatos de reproducción de la ideología de la clase dominante, de la ideología y la cultura que emanan del capital y que garantizan la reproducción de la dominación. No practican comunicación, al contrario atentan contra ella a través de la imposición de modos de vida, concepciones de mundo, conductas, reflejos condicionados, que producen la aceptación pasiva, la resignación incluso la colaboración del humilde, del explotado para con su verdugo. Son una fábrica de valores a través de los cuales se absolutiza el Capital frente a la persona, frente al trabajo vivo, no enajenado como fuente de la verdadera cultura, la humana.

La publicidad también es propaganda.

En estos medios, el mensaje se ha convertido en un objeto de compra-venta, en vulgar mercancía, en donde las grandes empresas de bienes y servicios determinan las líneas editoriales, contenidos, formatos, líneas de producción, etc. La comunicación entendida como necesidad humana y actividad forjadora de conciencia del deber social es ajena a la práctica que generan los medios privados; donde se priva a la comunicación genuina y se impone la desinformación y la no-comunicación. Por ello decimos: La comunicación es todo lo que ella es o no es.

- Aprobar por Ley que somos Alternativos implica asumir y resignarnos a un papel secundario en la actividad comunicacional, reconocer que nuestra posición va a ser relegada siempre al segundo plano, que los expertocratas burgueses de la no-comunicación tendrán siempre los papeles estelares mientras que nosotros nos dedicamos a lo otro, lo alternativo, lo inofensivo, lo local, lo ilegitimo, lo inexperto. Reconocernos como tales sería sentenciarnos a la alternatividad permanente sin posibilidad de ser la elección definitiva.

- La simple aprobación de la Ley, exclusiva para lo otro, si bien puede ser un reconocimiento necesario de lo otro, termina siendo también una legitimación de lo hegemónico. Es decir, se acepta un pacto de coexistencia pacífica con los medios de no-comunicación, que son enemigos de la Revolución y el Socialismo y el problema se reduce a una simple implementación de marcos regulatorios (véase Ley Resorte). La naturaleza de los medios privados es antinatura, contrarevolucionaria, procapitalista; no puede ser de otra forma. Su regulación es imposible, tal como la regulación al mercado, a la ley del valor que muchos economistas reformistas plantean.

- Otra expresión de este reconocimiento falaz a los privados pasa por la repartición del espectro propuesta en el anteproyecto de ley, en el que se solicita grandilocuentemente, (e incluso al grado de consigna) distribuir el espectro en partes iguales para medios comunitarios, estatales y privados. Nuevamente se reconoce al medio privado como medio de comunicación; un regalo de navidad a los privados.

Repetimos: La comunicación es todo lo que ella es o no es, y por esto precisamente, no hay espacio para pactos y conciliación con el enemigo ideológico número 1 de la Revolución Socialista: los medios privados de desinformación y no comunicación.

Estos medios deben ser expropiados y puestos al servicio de la comunicación como hecho social transformador, humano y liberador, forjador de la conciencia del deber social.

Por otro lado, queda de nuestra parte, derrocar y aniquilar las estructuras ideológicas propias de los medios de no-comunicación; ya que corremos el riesgo de reproducir las mismas estructuras, tal como ocurre con cientos de medios comunitarios que terminan siendo una mala copia de los medios privados, colaborando ingenuamente con la dominación capitalista.

La comunicación es una sola, y debemos pelear porque sus medios respondan a los intereses del ser social, del pueblo como sujeto consiente y transformador, y no bajo la tutela de minorías burguesas antagónicas a la justicia social y a la vida humana sin explotadores ni explotados.

El Comandante Fidel decía en días pasados, (al responder una pregunta de comunicadores venezolanos), que el principal frente de batalla de la Revolución hoy en día, es el frente comunicacional. De esta afirmación se desprenden una cosa (se desprenden muchas, pero hay que hacer énfasis en una). Cuando Fidel habla de Comunicación, evidentemente no se está quedando solo en el espacio de “los medios” y “los comunicadores”. Pareciera que está refiriéndose al papel de la comunicación en la construcción de una nueva cultura. Pero no “otra cultura” sino una nueva, distinta, que elimine y sustituya definitivamente la cultura de El Capital, pues el problema no es únicamente de relaciones de producción o de “distribución de la riqueza” Es más bien de ruptura con esa cultura opresiva que ha creado El Capital. Ese es el paso esencial para la Revolución.  

Si aceptamos los medios como “armas” y “la comunicación” como frente de lucha, estamos necesariamente negando la comunicación alternativa, y en la lucha por la nueva cultura, estamos obligados a hacer no “otra” comunicación, sino una “nueva” que nosotros nos empeñamos en entenderla comunistaria, y por eso nos negamos a cualquier forma de conciliación de clases, y reafirmamos, que la comunicación revolucionaria es todo lo que ella es o no es.

Este documento parte de las discusiones en torno al anteproyecto de Ley realizadas entre los colectivos: Tatuy TVC, Periódico Lápiz Rebelde, Cooperativa Cultural AbraPalabra, Periódico Mocotíes en Movimiento, UBV Comunicación Social Mérida. Buscamos mantener activo el debate y aportar ideas y propuestas en sintonía con lo expresado en este documento.

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