Como nos duele tu suerte
si apenas amanecida
la limpia flor de tu vida
la cortó el gang de la muerte.
No quedó tu mano inerte,
ni es de silencio tu espera
no hay oración plañidera
sino canción victoriosa
y es por tu sangre preciosa
más roja nuestra bandera.
Extraído de la Revista Guaicaipuro. Agosto 1976
Ya se cumple un año del asesinato de Yorsiño Carrillo y la incertidumbre mantiene en vilo al pueblo humilde merideño.
Aquel funesto 25 de enero de 2010, cuando masas disociadas movilizadas por la dirigencia fascista, se dispusieron a encender las calles para crear un clima de desestabilización nacional, excusados en la crisis eléctrica que atravesaba la nación, y ante la indiferencia de los organismos de seguridad del estado, un grupo de jóvenes guiados por la indignación irrumpieron y confrontaron la guarimba destructiva, que desencadenó en el deceso de Yorsiño, quien se encontraba repartiendo panfletos en medio del caos del momento.
No cayó por inocente sino por valiente. Y esa valentía mueve hoy a su familia y a la juventud merideña en el reclamo por justicia y por el cese de la impunidad. Se mantiene un juicio en el que se señala con pruebas suficientes al Sr. Freddy Orta, como responsable del asesinato de Yorsiño. Debe pagar con cárcel el crimen cometido. Pero no es suficiente. Quedan librados de responsabilidad los autores intelectuales de la muerte de Yorsiño, aquellos que azuzaron, movilizaron e instigaron a guarimberos a crear el clima para justificar un golpe de estado. Orta es apenas el eslabón más débil de esa cadena criminal. Muchos de estos criminales impunes se lavan hoy las manos en la Asamblea Nacional. ¿Es posible la conciliación con ellos?
La vida de Yorsiño merece más que homenajes. Necesita ser reconocida en toda su magnitud, entender que entregó su vida por ser consecuente con sus ideas y por esa dosis de ingenuidad que caracteriza a la juventud rebelde que se mueve por principios y no por intereses.
Nos queda su sonrisa, y el ímpetu que lo acompañó en su lucha. Nos queda hacer todo lo que dejó por hacer. Y parafraseando a Fidel decimos: “No clamamos venganza para Yorsiño. Como su vida no tenía precio, no podrían pagarla con las suyas todos los criminales juntos. No es con sangre como pueden pagarse las vidas de los jóvenes que mueren por el bien de un pueblo; la felicidad de ese pueblo es el único precio digno que puede pagarse por ellas”.
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