Nicaragua. A 40 años de la resurrección de Leonel Rugama: ¡Qué se rinda tu madre!
Fuente : Radio La Primerísima
El 15 de enero de 1970, 300 guardias somocistas rodearon la casa donde estaba una célula guerrillera del Frente Sandinista de Liberación Nacional, junto al Cementerio Oriental de Managua. Llevaron granadas, una tanqueta, un helicóptero...Y dispararon hasta destruir la casa. Fueron tres horas de intenso fuego. Miles de personas vieron aquel combate desigual.
El párroco del barrio Larreynaga, padre Francisco Mejía (tío de los hermanos Mejía Godoy), fue al lugar y pidió a la guardia: "¡Respeten sus vidas!..." Por eso cayó preso y fue torturado. La guardia se llevó de la casa más libros que armas. También se llevaron la Biblia de Leonel Rugama. En la casa sólo había tres muchachos: Róger Núñez Dávila, 18 años, Mauricio Hernández Baldizón, 19 años; y Leonel Rugama Rugama, 20 años. Charneleados, heridos, desangrándose, cantaron el himno nacional. Y cuando la guardia les gritó: "¡Ríndanse!". Rugama rugió su último poema: "¡Qué se rinda tu madre!" Leonel quedó sereno y casi sonriente... Vivió feliz lo que había escrito: "La entrega de nuestra vida orientada a la liberación del pueblo representa nuestra muerte, pero con ella estamos dando vida".
El 15 de enero de 1970, 300 guardias somocistas rodearon la casa donde estaba una célula guerrillera del Frente Sandinista de Liberación Nacional, junto al Cementerio Oriental de Managua. Llevaron granadas, una tanqueta, un helicóptero...Y dispararon hasta destruir la casa. Fueron tres horas de intenso fuego. Miles de personas vieron aquel combate desigual.
El párroco del barrio Larreynaga, padre Francisco Mejía (tío de los hermanos Mejía Godoy), fue al lugar y pidió a la guardia: "¡Respeten sus vidas!..." Por eso cayó preso y fue torturado. La guardia se llevó de la casa más libros que armas. También se llevaron la Biblia de Leonel Rugama. En la casa sólo había tres muchachos: Róger Núñez Dávila, 18 años, Mauricio Hernández Baldizón, 19 años; y Leonel Rugama Rugama, 20 años. Charneleados, heridos, desangrándose, cantaron el himno nacional. Y cuando la guardia les gritó: "¡Ríndanse!". Rugama rugió su último poema: "¡Qué se rinda tu madre!" Leonel quedó sereno y casi sonriente... Vivió feliz lo que había escrito: "La entrega de nuestra vida orientada a la liberación del pueblo representa nuestra muerte, pero con ella estamos dando vida".
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