Septiembre amenaza con ser un mes de fuertes contusiones y permanente agitación social. La oligarquía envalentonada con el triunfo fascista en Honduras y la instalación de las bases militares norteamericanas en territorio colombiano intenta crear condiciones de desestabilización e ingobernabilidad para dar un zarpazo a la Revolución Bolivariana.
Los distintos escenarios de conflicto se muestran - a través de los medios de deformación – como producto de la espontaneidad, aislados e independientes entre sí. Imponen la percepción de que en Venezuela, la sociedad civil lucha día a día por la libertad y la democracia que están en peligro, acuden al 350, citan la Constitución a la vez que llaman a desacatar leyes, es decir, se escudan en la legalidad para luego violentarla.
Alternan los frentes de batalla de acuerdo a la intensidad mediática que les inyectan, mueven su base social a partir del egoísmo y el miedo al despojo de privilegios que nunca han disfrutado, que el capitalismo siempre les ha negado. Defienden los privilegios de la oligarquía sin saberlo, terminan colaborando con la clase dominante a partir de la mentira inyectada a través de la prensa, la televisión, la iglesia, la escuela... En el fondo, todo esto sugiere una batalla ideológica de largo alcance.
Con Cedice buscaban situar la batalla en el campo de la defensa de la propiedad nosocial, generando confusión, pero sobre todo egoísmo y miedo, lograron activar de nuevo el fascismo que habita en sus seguidores. Luego enarbolaron las banderas de la libertad de expresión con las expropiaciones a emisoras de radio. Y ahora, con más fuerza, imputan la promulgación de la Ley Orgánica de Educación, desafiando al Estado en el cumplimiento de la misma: “Se acata pero no se cumple”, dice el ministro de educación del dictador Carmona, Leonardo Carvajal.
Todos estos ataques van dirigidos fundamentalmente a la conciencia del pueblo, diseminados a través de los medios (incluso en los medios nuestros, aún llenos de reformismo que no combate), con el firme propósito de separar al Comandante Chávez de su pueblo, de desmovilizarlo y contagiarlo de escepticismo. La oligarquía aprovecha estas circunstancias, creadas por ellos mismos, para avanzar en su receta golpista, susurrando a la Fuerza Armada para que actúe, retando la autoridad del Estado.
A todo esto se suma el señalamiento de que Venezuela promueve una guerra con Colombia, y de nuevo se configura un ataque internacional contra Venezuela que justifique la ejecución pitiyanqui del plan imperial.
Las señales son claras, los revolucionarios debemos apropiarnos de las armas correctas que nos permitan enfrentar el plan que se desarrolla en nuestras narices. Es urgente superar el reformismo pequeño burgués que nos paraliza, la Revolución debe asumir a sus enemigos, estos sin pudor acumulan fuerzas y anuncian que cada escuela será territorio de combate al inicio de las clases, y los hechos en la zona educativa del Táchira demuestran la violencia que promueven, es un crimen confundir al pueblo bolivariano llevando a sus enemigos a nuestros medios, la batalla mediática es fundamental para derrotar al imperio y sus lacayos. Está en marcha un plan contra Chávez y el Socialismo, que nadie se llame a engaño.
Sólo un pueblo movilizado, bien informado sobre lo que está ocurriendo, que relacione y comprenda los elementos que componen el plan que se desarrolla en su contra, es garantía de que la victoria en esta batalla significará a la vez la profundización de la Revolución. Estamos en emergencia nacional. La Revolución está en peligro.
Los distintos escenarios de conflicto se muestran - a través de los medios de deformación – como producto de la espontaneidad, aislados e independientes entre sí. Imponen la percepción de que en Venezuela, la sociedad civil lucha día a día por la libertad y la democracia que están en peligro, acuden al 350, citan la Constitución a la vez que llaman a desacatar leyes, es decir, se escudan en la legalidad para luego violentarla.
Alternan los frentes de batalla de acuerdo a la intensidad mediática que les inyectan, mueven su base social a partir del egoísmo y el miedo al despojo de privilegios que nunca han disfrutado, que el capitalismo siempre les ha negado. Defienden los privilegios de la oligarquía sin saberlo, terminan colaborando con la clase dominante a partir de la mentira inyectada a través de la prensa, la televisión, la iglesia, la escuela... En el fondo, todo esto sugiere una batalla ideológica de largo alcance.
Con Cedice buscaban situar la batalla en el campo de la defensa de la propiedad nosocial, generando confusión, pero sobre todo egoísmo y miedo, lograron activar de nuevo el fascismo que habita en sus seguidores. Luego enarbolaron las banderas de la libertad de expresión con las expropiaciones a emisoras de radio. Y ahora, con más fuerza, imputan la promulgación de la Ley Orgánica de Educación, desafiando al Estado en el cumplimiento de la misma: “Se acata pero no se cumple”, dice el ministro de educación del dictador Carmona, Leonardo Carvajal.
Todos estos ataques van dirigidos fundamentalmente a la conciencia del pueblo, diseminados a través de los medios (incluso en los medios nuestros, aún llenos de reformismo que no combate), con el firme propósito de separar al Comandante Chávez de su pueblo, de desmovilizarlo y contagiarlo de escepticismo. La oligarquía aprovecha estas circunstancias, creadas por ellos mismos, para avanzar en su receta golpista, susurrando a la Fuerza Armada para que actúe, retando la autoridad del Estado.
A todo esto se suma el señalamiento de que Venezuela promueve una guerra con Colombia, y de nuevo se configura un ataque internacional contra Venezuela que justifique la ejecución pitiyanqui del plan imperial.
Las señales son claras, los revolucionarios debemos apropiarnos de las armas correctas que nos permitan enfrentar el plan que se desarrolla en nuestras narices. Es urgente superar el reformismo pequeño burgués que nos paraliza, la Revolución debe asumir a sus enemigos, estos sin pudor acumulan fuerzas y anuncian que cada escuela será territorio de combate al inicio de las clases, y los hechos en la zona educativa del Táchira demuestran la violencia que promueven, es un crimen confundir al pueblo bolivariano llevando a sus enemigos a nuestros medios, la batalla mediática es fundamental para derrotar al imperio y sus lacayos. Está en marcha un plan contra Chávez y el Socialismo, que nadie se llame a engaño.
Sólo un pueblo movilizado, bien informado sobre lo que está ocurriendo, que relacione y comprenda los elementos que componen el plan que se desarrolla en su contra, es garantía de que la victoria en esta batalla significará a la vez la profundización de la Revolución. Estamos en emergencia nacional. La Revolución está en peligro.
¡Las armas que usen para agredir al pueblo serán confiscadas!
¡Esta vez no habrá impunidad!
Integración Universitaria
¡Esta vez no habrá impunidad!
Integración Universitaria
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