7 feb. 2010

RUPTURA

Una Revolución es una ruptura cultural, es tomar por asalto a un
nuevo mundo, al cielo, es la fundación de una nueva civilización.

Una Revolución supone, entonces, una nueva cultura que nace de
las entrañas de las nuevas relaciones humanas.

Pero… ¿Cómo se producen las rupturas revolucionarias,
cuáles son sus reglas?

Esas rupturas revolucionarias se inician de manera sorprendente,
los políticos tradicionales no las comprenden, los teóricos son
superados por la realidad que se resiste al vaticinio. La
perplejidad sustituye al cálculo sesudo y castrante, la audacia
teórica y práctica toma el timón. Son, como dijo el Che,
alzamientos contra las oligarquías y contra los dogmas.

Así fue la Revolución de Octubre, que dio nacimiento a la Unión
Soviética y sorprendió a las lecturas dogmáticas de los clásicos.

La Revolución Cubana aún asombra al mundo, su nacimiento fue
heroico, y su permanencia más heroica todavía, rompe con la
sensatez de los análisis.

El 4 de febrero, cuando nadie esperaba conmoción, un puñado de
muchachos, tal como la prédica de Martí, tomó para sí el decoro
de todo un pueblo. Y se alzó contra las oligarquías, las izquierdas
agotadas y los dogmas rancios. Y fue así que nació esta
Revolución, que hoy es expectativa de todo el continente.

La ruptura, que al inició es sorprendente, debe ser la
constante: una Revolución avanza, se consolida en las
rupturas. Cuando algo es aceptado, ya llega la hora de
superarlo, de seguir avanzando.

Ahora bien, las rupturas son difíciles, riesgosas: se trata de
romper con las costumbres, las tradiciones, las normas que son
admitidas por las mayorías. El fracaso es una posibilidad, no
existen redes de seguridad, el riesgo acompaña la acción
revolucionaria, siempre.

Romper con lo aceptado, y hacer que lo nuevo ocupe su
lugar, es un riesgo constante en de todas las
revoluciones, pero lo es más para la Revolución nuestra,
que es pacífica y aún se mueve en la lógica oligarca.


Revolución que no avanza, que se estanca, perece, de eso no hay
dudas, pero al avanzar corremos riesgos de ser incomprendidos,
es la paradoja de la Revolución Pacífica.

¿Qué hacer?


Debemos elevar el esfuerzo en la explicación de los pasos que da la
Revolución, ubicarlos dentro de una estrategia clara, definida. El
pueblo debe saber la importancia de cada medida, de cada paso,
para eso es imprescindible que sienta como suyo el objetivo
estratégico.

La masa debe entender la necesidad del cambio,
explicarle que no es posible, que no es sostenible el
sistema de vida capitalista, que allí no están las
soluciones a los problemas. El mundo capitalista no es
viable.


Debe apropiarse de la necesidad de cambiar los valores, la forma
de relacionarse, entender la necesidad de una nueva civilización,
de una nueva manera de vivir, de consumir, de producir. De la
necesidad de que todo cambie.

Esa es la discusión y la práctica central. Allí debe la Revolución
hacer énfasis, debe correr el riesgo de las rupturas para avanzar
hacia ese nuevo mundo.

¡Chávez es Socialismo!

Fuente: www.ungranodemaiz.blogspot.com

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