El monstruo cruel que nos desprecia se ensaña contra la Humanidad. Fue creación del hombre, y ahora es su dueño: envenena las almas y las pone a su servicio incondicional. Este monstruo, que a veces llaman imperio, y a veces capitalismo, ha contaminado de tal manera la vida, que hoy peligra su existencia.
El monstruo de las mil cabezas arremete contra la vida de todas las formas posibles e inimaginables: almacena bombas atómicas por miles, contamina mares y tierra, pudre al hombre hasta transformarlo en máquina de producción y consumo insano, desequilibra al planeta, desquicia el clima, nos somete a una carrera vertiginosa que no va a ninguna parte, excluye a las grandes mayorías. El que no se pliegue a sus propósitos es apto para el exterminio. Nadie ni nada puede escapar a su lógica de oropel mortuorio.
No obstante, hay una sociedad, un país que se resiste a seguir el camino al infierno… Lucha, sus hijos luchan, son ejemplo de otra forma de vivir, son esperanza del rompimiento de las cadenas que nos atan al monstruo cruel que nos condena a la extinción.
Contra esta sociedad, que es emblema, el imperio capitalista enfila sus armas más crueles, le tiene miedo: un día la invadieron, pensaban que así enterraban el ejemplo, ya lo habían hecho varias veces, pero allí fracasaron, fueron derrotados en horas. El imperio “invencible” volvió a sus costas humillado por la dignidad que él desconoce.
La bloquearon, les envían terrorismo, pestes, la calumnian. Es la sociedad más asediada del planeta, existen radios y televisiones extranjeras especializadas en bombardear día y noche a esa sociedad con mentiras y manipulaciones, todo en vano: el amor blinda a los pueblos contra la canalla.
Esa sociedad, Cuba Socialista, asombra al mundo. Tiene batallones de salud prestos para ir al socorro de los que sufren en cualquier parte del planeta. Es capaz de mandar médicos a curar pueblos, aun si los rigen gobiernos enemigos. Es ejemplo de convivencia y armonía con la naturaleza. Tiene capacidad para resistir los mayores infortunios naturales, y los causados por el monstruo.
Allí en esa sociedad se formaron Cinco Héroes de la Humanidad, que dieron y dan su vida por el bien de todos: luchan contra el terrorismo auspiciado por el monstruo, y son ejemplo de dignidad. En ellos se resume la batalla decisiva entre el hombre víctima del capitalismo y el hombre rebelde que lo enfrenta.
Fueron, en un gesto de excepcional valentía, a las entrañas de la bestia y allí enfrentaron la ignominia. Dejaron atrás su vida, su familia, y a sus amigos que los pensaban traidores. Fue mucho el sufrimiento que evitaron, y mucho su sacrificio: desactivaron atentados, alertaron magnicidios, cuidaron a la humanidad.
Están secuestrados desde hace doce años en las cárceles del imperio. La Humanidad no ha hecho suficiente para conseguir su liberación, no hemos temblado de indignación frente a esta afrenta del imperio a todos nosotros. Nos hemos acostumbrado a su secuestro.
Ellos, que son Cinco Estrellas en la Bandera de la Dignidad Humana, merecen solidaridad militante, que el imperio sienta nuestra rabia convertida en acciones.
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