8 abr. 2010

La Revolución, Vilma y la mujer nueva en Cuba...Por: Anneris Ivette Leyva / Granma Internacional


Hubiese cumplido 80 años y, sin embargo, no ha parado de nacer. El paradigma de la mujer nueva que precisa el Socialismo en Cuba, Vilma Espín Guillois, despierta a diario en la mirada de nuestras abuelas cuando contemplan, aliviadas, las oportunidades de sus nietas; madruga junto a las dirigentes, científicas y obreras para salir en cada jornada a darle al mundo un rostro mejor; abulta sueños y libros en una mochila y se lanza, con las jóvenes, a conquistar resultados en cualquier profesión.


Desde el triunfo revolucionario se consagró a cumplir la encomienda de Fidel de organizar y desarrollar la Federación de Mujeres Cubanas.

Nació en Santiago de Cuba, el 7 de abril de 1930; simbólicamente, en la década donde el derecho a la independencia tantas veces abortado casi llega a cristalizar en una revolución. La ansiada victoria "se fue a bolina"; no obstante, este periodo se encargó de acoger, y madurar en los dos decenios siguientes, a las cubanas y cubanos que librarían la última batalla por la soberanía real.

El deseo por la superación y el apego a la justicia, honestidad y sencillez, se fraguaron en ella como valores sólidos en estos años tempranos, en un ambiente familiar armónico donde imperó la comunicación.


Por ello, asume el valor decisivo del entorno hogareño en la formación del individuo, se esfuerza por promover la asimilación y aceptación plena de esta responsabilidad, de esclarecer y enaltecer el papel de la familia como célula embrionaria de la sociedad deseada; a la par que integra este compromiso a su proyecto de vida personal.

Su papel activo en la fundación de la FEU en la Universidad de Oriente donde fue una de las dos primeras ingenieras en Química Industrial graduadas en Cuba.
Su papel activo en la fundación de la FEU en la Universidad de Oriente donde fue una de las dos primeras ingenieras en Química Industrial graduadas en Cuba.

Durante su infancia y juventud adquiere la certeza de cuánta ignominia encierra cualquier sentimiento de discriminación. Desmontar la invalidez de una "superioridad" basada en criterios religiosos, raciales, de género, opinión, procedencia social y otros, devaluarlos como pretextos para la explotación de una mayoría por unos pocos, llega a ser una de las constantes inquebrantables de su obra.

Nace una vanguardia

La palabra vanguardia siempre halló en Vilma mucho más que letras en común. La condición de integralidad que tanto se demanda de las generaciones actuales, tuvo en ella una exponente irrebatible: estudiante excepcional, amante de la Historia de Cuba, la cual le develó la rica tradición de lucha independentista de nuestro pueblo y le motivó la admiración por sus gestores, tanto por aquellos de los alzamientos del siglo XIX como por los referentes más cercanos, entre ellos Julio Antonio Mella. Fue, además, consecuente seguidora de Martí, de cuyas ideas no hizo un material de lectura sino de acción.

En la Universidad de Oriente, donde matriculó para graduarse como una de las dos primeras ingenieras en Química Industrial en Cuba (también en esto fue abanderada ella misma de la ruptura de esquemas), prestó su voz tanto para defender la oficialización del recinto de altos estudios, como para integrar la coral universitaria.
Enérgica en el enfrentamiento a la dictadura, como lo prueba esta escena en que se enfrenta a uno de los esbirros durante la protesta de las madres santiagueras.
Enérgica en el enfrentamiento a la dictadura, como lo prueba esta escena en que se enfrenta a uno de los esbirros durante la protesta de las madres santiagueras.

Gustaba lo mismo de practicar la gestualidad precisa y delicada del ballet clásico, como los movimientos abruptos y los remates enérgicos del voleibol, de cuyo equipo femenino universitario llegó a ser la capitana.

La pluralidad de tareas asumidas no le hace relegar el interés por la situación política de Cuba, el anhelo de contribuir al cambio; por ello, integra la Federación Estudiantil Universitaria Oriental, y se manifiesta en contra de la alborada funesta del cuartel de Columbia en 1952 (golpe de Estado de Fulgencio Batista), hecho resumible en los sustantivos sangre e inconstitucionalidad, que son las sílabas conceptuales del vocablo tiranía.

Por esta época, se incorpora al recién creado Movimiento Nacional Revolucionario (MNR) bajo la guía del joven Frank País, al cual se uniría en la más estrecha colaboración y confluencia de ideas.

En 1953, las balas revolucionarias que impactan las paredes del Cuartel Moncada penetran más hondo en su conciencia; el retrato de la Patria escarnecida dibujado por Fidel con las palabras más crudas y certeras en su alegato La Historia me Absolverá, impulsa la radicalización de su pensamiento. Así, termina por reconocer en el joven abogado al líder de madurez política y acción decisiva que requería el proceso independentista cubano. Por ello, es también de las primeras, junto a Frank, en unirse al Movimiento 26 de Julio una vez creado.

Entre las principales acciones que protagoniza dentro de la lucha clandestina está el alzamiento en Santiago de Cuba, el 30 de noviembre de 1956, para desviar la atención de las fuerzas de la tiranía y favorecer el desembarco de los expedicionarios del Granma.
Se destacó en la lucha clandestina y después en la Sierra desde los primeros momentos.
Se destacó en la lucha clandestina y después en la Sierra desde los primeros momentos.

Poco antes de morir, Frank País le orienta la tarea de ser coordinadora provincial del Movimiento, y como tal se mantiene hasta junio de 1958, cuando se hace muy peligrosa su situación y, por lo tanto, impostergable el ascenso a la Sierra Maestra, donde llega para combatir con singularidad guerrillera dentro del II Frente Oriental del Ejército Rebelde.

Batalla más grande que la guerra

Cuando el amanecer de 1959 despejó de brumas los caminos a transitar hacia el encuentro de una sociedad de justicia e igualdad en las oportunidades, Vilma acogió el anhelo de las mujeres de incorporarse activamente a esta marcha, y aceptó la encomienda de Fidel de servirles de guía.

Primero, encabezó la necesidad de unir las agrupaciones femeninas existentes en una sola organización revolucionaria, proceso que culmina el 23 de agosto de 1960 con el surgimiento de la Federación de Mujeres Cubanas (FMC), la cual presidió mientras la vida le regaló un día.

Al frente de la FMC, sus acciones estuvieron encaminadas a dotar de herramientas conceptuales, culturales y políticas a un sector históricamente desvalido, sin demasiados amparos legislativos e ignorante de los que escasamente poseían. Las mujeres, por su condición de eternas preteridas, figuraban entre la población más victimizada al triunfo de 1959 en cuestiones como nutrición, salud, educación, condiciones de vida, poder de decisión sobre sí mismas, respeto social hacia su persona.
Compañera y madre ejemplar.
Compañera y madre ejemplar.

Una gran mayoría se dedicaba a rumiar sus penurias en hogares pobrísimos, alternando el zurcido y la cocina menguada con alguna que otra labor en el campo. Otra cifra considerable había decidido optar por la prostitución, al no contar con otros medios para ganarse la vida.

Para ensanchar el derrotero, casi obligado para las mujeres, del confinamiento y la humillación, una de las primeras acciones lideradas por Vilma desde la FMC fue la apertura de escuelas de oficios para campesinas, domésticas, otrora prostitutas; así como la unificación de voluntades institucionales para propiciar su acceso pleno al trabajo asalariado.

También promueve la creación de los círculos infantiles; la cual, además, vuelve la mirada sobre la importancia de la educación en el primer lustro de vida.

Como brújula para este viaje desde el ostracismo y la invisibilidad hacia la nueva femineidad socialista, inauguró la revista Mujeres en 1961, y luego la Editorial de la Mujer, en 1978.

Con los discriminados de la Tierra

Ninguna problemática concerniente a las víctimas de cualquier forma de discriminación le fue indiferente a la guerrillera de la clandestinidad y la Sierra, por eso nacieron instituciones para dar amor e instrucción a los menores sin amparo familiar o con hogares disfuncionales; las Casas de Orientación a la Mujer y la Familia, y el Grupo Nacional de Trabajo de Educación Sexual, luego devenido Centro Nacional de Educación Sexual, el cual tiene como uno de sus objetivos la promoción del respeto hacia la diversidad sexual.

En cuestiones de género, Vilma entendía que para avanzar era preciso ampliar horizontes de pensamiento y dinamitar esquemas sobre los roles de género en mujeres y en hombres. En tal sentido, propició que en los institutos superiores de enseñanza se abrieran cátedras especializadas en la materia, y que los futuros pedagogos se preocuparan por no reproducir estereotipos sexistas.

Logró insertar en el sistema de salud una perspectiva de género mediante la instrumentalización de ciertos servicios: parto institucional, aborto con el mínimo de riesgos y como opción ante un embarazo indeseado, Programa de Maternidad y Paternidad Responsables.

Defendió el vínculo de la mujer a las tareas de defensa del país: espacio que debían ganar también quienes realmente desearan ser vistas como compañeras y no como acompañantes de los hombres.

Desde su escaño de Diputada de la Asamblea Nacional del Poder Popular, contribuyó a derogar leyes y decretos discriminatorios, y a aprobar cuerpos legislativos para afianzar el carácter de justicia e igualdad de nuestro sistema social. Tal es el caso de la Ley de la Maternidad de las Trabajadoras, la cual incluye la posibilidad de licencia de paternidad retribuida, y más aún el Código de Familia.

Ocupó una de las vicepresidencias de la Federación Democrática Internacional de Mujeres y llegó a ser reconocida en la región y en el mundo como líder del pensamiento progresista femenino.

Aceptó por igual el llamado de encumbrados escenarios internacionales para hablar de la mujer y la Revolución cubana, y el de los más calurosos campos de Cuba llenos de caña por cortar.

Sus innegables méritos la llevaron a merecer el título de Heroína de la República y las órdenes Ana Betancourt y Mariana Grajales otorgadas por el Consejo de Estado.

Quizás la múltiple y vital rutina de las cubanas de hoy, ocupadas en una pluralidad de roles (militantes de organizaciones políticas, de masas; estudiantes, trabajadoras, madres de hogar) les permita recordar, apenas al final del día, que hoy celebran el cumpleaños de quien devino para siempre guía y ejemplo.

Sin embargo, cuando ejerciten el derecho, sin que ello represente una "ofensa a la moral familiar", de compartir con el esposo las tareas domésticas; cuando la maternidad deseada, después del periodo de lactancia, no les corte las alas para el vuelo social; o cuando partan livianas a dirigir colectivos, recibir reconocimientos por su talento o destreza, prepararse para la labor que más disfruten en la vida, rememorarán que todo fue posible porque hace 52 años triunfó una Revolución y, hace 80, nació Vilma.

1 comentario:

Anónimo dijo...

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