27 jun. 2012

Reflexiones para conmemorar el día de los Periodistas. Discurso de Fidel Castro


(Fragmentos)

Señores directores de periódicos que concurren a este acto;

Señores periodistas:

Periodismo no quiere decir empresa, porque empresa quiere decir negocio y periodismo quiere decir esfuerzo intelectual, quiere decir pensamiento; y si por algún sector la libertad de prensa ha de ser apreciada es, precisamente, no para el que hace negocio con la libertad de prensa, sino para el que gracias a la libertad de prensa escribe, orienta y trabaja con el pensamiento y por vocación, haciendo uso de ese derecho que la Revolución reconquistó para el país y que la Revolución mantiene para el país, aun en medio de todas las campañas tendenciosas que tienden a concitar cuantos enemigos sea posible contra la obra revolucionaria que estamos realizando...

Para nosotros no constituyen ninguna sorpresa las manifestaciones que estamos viendo, cada vez más perfiladas, respecto a las medidas del Gobierno Revolucionario.  En más de una ocasión hemos dicho que sabíamos que esta iba a ser una tarea para nosotros dura, que sabíamos que muchos de esos que dicen "Gracias Fidel" no tardarían mucho en quitar los letreritos de "Gracias Fidel”.

Lo que no se hizo con otros gobernantes cuando había razones más que sobradas para combatirlos y atacarlos, es lo que se está haciendo contra el Gobierno Revolucionario, cuya única falta es la de haber sido leal con el pueblo, no haber temblado ante los intereses poderosos, aun sabiendo que eran poderosos y que podían contar con muchos recursos, no haber vacilado en la firmeza de sus ideales y haber sido leales con el pueblo, que es como puede resumirse la actitud del Gobierno Revolucionario; por ninguna otra razón que por ser revolucionario, por ninguna otra razón que por hacer todo lo contrario de lo que hicieron otros.

E n fin de cuentas, el mejor galardón que podemos ostentar es la procedencia de los ataques que recibe nuestro gobierno, el mayor orgullo que podemos ostentar es saber que los que nos combaten son los intereses que estuvieron con todos los gobiernos corrompidos, los intereses que se sirvieron de todos los gobiernos corrompidos y sangrientos, y que cuando ellos nos atacan el pueblo dice: "Vas bien Fidel".  Vas bien, porque basta mirar quiénes atacan al Gobierno Revolucionario, basta mirar quiénes son los que hoy llevan adelante las campañas de oposición, campañas que no se caracterizan precisamente por un criterio, sino por los insultos y hasta por las amenazas, cosa insólita, a un gobierno que tiene el respaldo de la mayoría del pueblo, de todo el pueblo menos de los garroteros, de los jugadores, de los confidentes, de los politiqueros, de los latifundistas, de los criminales de guerra y de toda aquella lacra que se mantenía aquí imperando en nuestra patria, de todos esos elementos que no son los elementos sanos, los elementos desinteresados y los elementos generosos del país.

Ayer decían que la liberación de la esclavitud era la ruina, que si los esclavos eran liberados del yugo, de la cadena, del látigo, y de las 15 y 17 horas de trabajo el país se arruinaría, y hoy dicen que se arruina el país si el campesino es liberado del latifundio.

Y mientras más fuerzas, de esas que inexorablemente tienen que oponerse a nuestra Revolución, mientras más se conciten, más entusiasmo sienten nuestros hombres, porque son hombres de lucha, y están muy conscientes de lo que están haciendo y están muy conscientes de los sacrificios que tienen por delante.

Sencillamente, era lógico que tratasen de combatirla por todos los medios, porque es lo que ha pasado siempre en todas las revoluciones de la historia, y aquí puede decirse aquello de que cuando un pueblo entra en revolución no se sale de ella hasta que no la concluye plenamente. Nuestro pueblo ha entrado en revolución y ha entrado en revolución decididamente y cuenta, si bien con muchos enemigos, también con muchos amigos, porque cuenta, sobre todo, con el pueblo.

¿Qué querían, que los que han mantenido en este estado de retraso al país continuaran dirigiendo al país? ¿Que los métodos de producción que nos han conducido a este estado de miseria y penuria continuaran trazando pautas al país? ¿Que nosotros nos resignáramos a lo que estamos viendo en todas partes, sencillamente por no tocar los intangibilísimos intereses de ciertos señores aquí?  ¿Así que esos derechos de ellos eran la obligación de nosotros de seguirnos muriendo de hambre?  ¿Y quién dice que esos intereses son más sagrados que los intereses y los derechos del pueblo a la vida?

Hemos hablado de libertad de expresión del pensamiento, de reunión, ¿y la libertad de vivir?  ¿Y los que atentan contra la libertad de vivir?  ¿Y los que no quieren que los niños se eduquen, que los niños se alimenten, que el hombre viva?  ¿Que no les importa que una mujer que puede vivir 70 años viva 30 ó 35; que los niños que pueden crecer siete pies se queden en cinco y medio o en seis; que sigan los niños desdentados y parasitarios, las mujeres enfermas y deficientes, los hombres incapaces de trabajar?.

Los que no se preocupaban de esas cosas para hablar de la viudita y del pobrecito infeliz que ha salido perjudicado por esa ley cruel, por esa ley criminal, por esa ley dictatorial y despótica que es la ley agraria, ¿qué dicen del derecho a la vida?  Porque sin el derecho a la vida no se puede hablar, no se puede escribir, ni se pueden reunir; el que se muere de hambre no puede hablar.

Estos descarados, hipócritas, cínicos -porque de algún modo hay que llamarlos alguna vez-, esgrimen setenta mil razones para demostrar que lo otro es lo que nos ha conducido a todos a esta incertidumbre; por ejemplo, la de ustedes, en la situación en que están, la de nosotros queriendo resolver, queriendo ayudar, y ante el dilema de tener más o menos órganos de expresión o tejer soga para nuestros pescuezos sosteniendo órganos contrarrevolucionarios.

Todo el mundo sabe lo que nos esforzamos y estas cosas quizás sean una explicación en el día de la libertad de expresión y sirvan para explicar un poco la razón esta de que nosotros no hayamos podido terminar de resolver el problema de los periodistas, que sabemos que están mal y que forman parte de los afectados por la injusticia social, que forman una legión en el número de los que pueden esperarlo todo de la Revolución , de los que son llamados a ser redimidos también, igual que el campesino, igual que la mayor parte de nuestro pueblo.

Si viniera una contrarrevolución y triunfara -que no triunfará jamás-, aquí hay mucha gente que no tendría problema, porque le han echado con el rayo al Gobierno Revolucionario, no tendrían problema -no tienen problemas con nosotros y no tendrían problemas con una supuesta contrarrevolución si triunfara, al contrario, batirían palmas, sacarían los cintillos y tendrían asegurada una medalla, porque son los defensores de los intereses contrarrevolucionarios-; en cambio, ustedes, los que han dado este acto, no solo perderían la libertad de expresión, sino que perderían hasta el órgano con que pueden expresar la libertad.

Estamos tan plenamente convencidos de la justicia de nuestra causa, de la necesidad de nuestra causa, de la bondad de nuestra causa, tan convencidos, aunque nadie estuviera convencido de eso -partiendo del supuesto que no lo estuvieran- que nosotros sabríamos defender nuestras ideas hasta el último aliento, porque si les quitan los ideales a los verdaderos revolucionarios no tienen nada que perder, lo perdieron todo, porque renuncian a todo desde que empiezan.

Nosotros aquí a nada tenemos que renunciar, ni al poder, porque el poder para nosotros es trabajo y sacrificio.  Pero, además, no tenemos que renunciar a la vida, porque podemos decir como aquel: Si morimos qué es la vida, por perdida ya la dimos -hablando en plural-, cuando el yugo del esclavo sacudimos.

Los demás con huir resolvieron. Lo único bueno que tienen estos cuadros, lo único alentador que tienen es que invitan a luchar, que se siente uno bien cuando sabe que la tarea no es fácil, que se siente uno bien cuando sabe que este esfuerzo es un esfuerzo que vale la pena hacerlo, que esta hora es una hora que vale la pena vivirla.  Porque las tareas fáciles no invitan a los hombres de espíritu entusiasta y elevado, las tareas fáciles son empresas de gente mediocre; pero las tareas difíciles como estas, en que se vislumbran todos los enemigos de la Revolución , en que se vislumbran los pasos de cada uno de ellos, las agresiones y las provocaciones, las tareas difíciles, sobre todo cuando son tan justas como estas, nos llenan de entusiasmo.

Se arrecian las campañas para confundir, para sembrar el miedo, y junto con las campañas se arrecian las maniobras para reducir la producción y para contraer la producción, y todos se van asociando de una manera o de otra, se van confabulando de una manera o de otra para presentar batalla a la Revolución.   Inventarán razones, inventarán pretextos, hablarán de nobles causas para esgrimir banderas, para engañar a los demás, si pueden, para autosugestionarse a sí mismos si es posible; se repetirán muchas frases manidas, muchas palabras absurdas y se repetirán, para tratar de sembrar la confusión, el temor, el desaliento y el descontento a fin de debilitar a la Revolución , porque ya aquí cada cual sabe a qué atenerse, cada cual sabe lo que está haciendo, y cada cual va tomando sus posiciones en las contiendas que se avecinan y que necesariamente tendrán que gestarse, por cuanto la Revolución no está dispuesta a retroceder un solo paso, no está dispuesta a retroceder una sola pulgada.

Aquí la palabra retroceso en materia revolucionaria no existe.  Lo único que existe es avance, y mientras más se empeñen en combatir a la Revolución, mientras más se empeñen en hacerla retroceder, más riesgos correrán esos intereses de que la Revolución avance; lo único que no teme la Revolución es avanzar, porque sabemos y consideramos como buena estrategia ante una guerra armada como en esta guerra desarmada que la táctica correcta es avanzar.

El Gobierno Revolucionario se propone una meta, una meta clara: el bien del pueblo, la redención del pueblo, la solución de los problemas de nuestro pueblo, de las viejas aspiraciones de nuestro pueblo bajo aquella consigna de "con todos y para el bien de todos".  La Revolución solo dejará intacto aquello que no impida los objetivos de la Revolución; pero la Revolución no se detendrá lo más mínimo y barrerá por completo con todo aquello que impida o estorbe los objetivos de la Revolución. 

Se están haciendo campañas contra palabras, método, por supuesto, que va contra la libertad de expresión, lo cual vale la pena recalcar un día como hoy, porque en materia de trabas a la libertad de expresión, hay ciertos monopolios de órganos que son "supercontralibertarios" de expresión, si se quiere buscar una palabra.

Aquí, por ejemplo, el niño analfabeto no disfruta de libertad de expresión; el hombre que no sabe leer ni escribir, no disfruta de la libertad de hablar ni de escribir.  Aquí el hombre, sometido económicamente, no tiene libertad de hablar ni de escribir, y la libertad de hablar y de escribir no debe ser un privilegio, sino un derecho y debemos estar también alertas contra todo lo que signifique cortapisas a la libertad de expresión del pensamiento.

Debemos estar atentos de hablar y escribir, no subestimar a los enemigos de la Revolución; hablar y escribir para evitar que confundan, que tergiversen, que desorienten; hablar y escribir contra el espíritu contemporizador, contra los argumentos de los que quieren echar mantos de olvido, contra los que quieren hoy pintar como infelices víctimas a los verdugos recientes, cuyas víctimas están todavía frescas.  Ustedes tienen que librar la batalla junto con nosotros, tienen que aclarar conciencias.

Debemos levantar nuestras banderas de moral, nuestra fe, nuestros limpios pendones, porque si hay una causa que merece lucharse es esta, si hay un proceso que merece vivirse es este, si hay una idea que merece defenderse es esta.

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