(Fragmentos)
Señores
directores de periódicos que concurren a este acto;
Señores
periodistas:
Periodismo
no quiere decir empresa, porque empresa quiere decir negocio y periodismo
quiere decir esfuerzo intelectual, quiere decir pensamiento; y si por algún
sector la libertad de prensa ha de ser apreciada es, precisamente, no para el
que hace negocio con la libertad de prensa, sino para el que gracias a la
libertad de prensa escribe, orienta y trabaja con el pensamiento y por
vocación, haciendo uso de ese derecho que la Revolución reconquistó para el
país y que la Revolución mantiene para el país, aun en medio de todas las
campañas tendenciosas que tienden a concitar cuantos enemigos sea posible
contra la obra revolucionaria que estamos realizando...
Para
nosotros no constituyen ninguna sorpresa las manifestaciones que estamos
viendo, cada vez más perfiladas, respecto a las medidas del Gobierno
Revolucionario. En más de una ocasión
hemos dicho que sabíamos que esta iba a ser una tarea para nosotros dura, que
sabíamos que muchos de esos que dicen "Gracias Fidel" no tardarían
mucho en quitar los letreritos de "Gracias Fidel”.
Lo
que no se hizo con otros gobernantes cuando había razones más que sobradas para
combatirlos y atacarlos, es lo que se está haciendo contra el Gobierno
Revolucionario, cuya única falta es la de haber sido leal con el pueblo, no haber
temblado ante los intereses poderosos, aun sabiendo que eran poderosos y que
podían contar con muchos recursos, no haber vacilado en la firmeza de sus
ideales y haber sido leales con el pueblo, que es como puede resumirse la
actitud del Gobierno Revolucionario; por ninguna otra razón que por ser
revolucionario, por ninguna otra razón que por hacer todo lo contrario de lo
que hicieron otros.
E
n fin de cuentas, el mejor galardón que podemos ostentar es la procedencia de
los ataques que recibe nuestro gobierno, el mayor orgullo que podemos ostentar
es saber que los que nos combaten son los intereses que estuvieron con todos
los gobiernos corrompidos, los intereses que se sirvieron de todos los
gobiernos corrompidos y sangrientos, y que cuando ellos nos atacan el pueblo
dice: "Vas bien Fidel". Vas
bien, porque basta mirar quiénes atacan al Gobierno Revolucionario, basta mirar
quiénes son los que hoy llevan adelante las campañas de oposición, campañas que
no se caracterizan precisamente por un criterio, sino por los insultos y hasta
por las amenazas, cosa insólita, a un gobierno que tiene el respaldo de la
mayoría del pueblo, de todo el pueblo menos de los garroteros, de los
jugadores, de los confidentes, de los politiqueros, de los latifundistas, de
los criminales de guerra y de toda aquella lacra que se mantenía aquí imperando
en nuestra patria, de todos esos elementos que no son los elementos sanos, los
elementos desinteresados y los elementos generosos del país.
Ayer
decían que la liberación de la esclavitud era la ruina, que si los esclavos
eran liberados del yugo, de la cadena, del látigo, y de las 15 y 17 horas de
trabajo el país se arruinaría, y hoy dicen que se arruina el país si el
campesino es liberado del latifundio.
Y
mientras más fuerzas, de esas que inexorablemente tienen que oponerse a nuestra
Revolución, mientras más se conciten, más entusiasmo sienten nuestros hombres,
porque son hombres de lucha, y están muy conscientes de lo que están haciendo y
están muy conscientes de los sacrificios que tienen por delante.
Sencillamente,
era lógico que tratasen de combatirla por todos los medios, porque es lo que ha
pasado siempre en todas las revoluciones de la historia, y aquí puede decirse
aquello de que cuando un pueblo entra en revolución no se sale de ella hasta
que no la concluye plenamente. Nuestro pueblo ha entrado en revolución y ha
entrado en revolución decididamente y cuenta, si bien con muchos enemigos,
también con muchos amigos, porque cuenta, sobre todo, con el pueblo.
¿Qué
querían, que los que han mantenido en este estado de retraso al país
continuaran dirigiendo al país? ¿Que los métodos de producción que nos han
conducido a este estado de miseria y penuria continuaran trazando pautas al
país? ¿Que nosotros nos resignáramos a lo que estamos viendo en todas partes,
sencillamente por no tocar los intangibilísimos intereses de ciertos señores
aquí? ¿Así que esos derechos de ellos
eran la obligación de nosotros de seguirnos muriendo de hambre? ¿Y quién dice que esos intereses son más
sagrados que los intereses y los derechos del pueblo a la vida?
Hemos
hablado de libertad de expresión del pensamiento, de reunión, ¿y la libertad de
vivir? ¿Y los que atentan contra la
libertad de vivir? ¿Y los que no quieren
que los niños se eduquen, que los niños se alimenten, que el hombre viva? ¿Que no les importa que una mujer que puede
vivir 70 años viva 30 ó 35; que los niños que pueden crecer siete pies se
queden en cinco y medio o en seis; que sigan los niños desdentados y
parasitarios, las mujeres enfermas y deficientes, los hombres incapaces de
trabajar?.
Los
que no se preocupaban de esas cosas para hablar de la viudita y del pobrecito
infeliz que ha salido perjudicado por esa ley cruel, por esa ley criminal, por
esa ley dictatorial y despótica que es la ley agraria, ¿qué dicen del derecho a
la vida? Porque sin el derecho a la vida
no se puede hablar, no se puede escribir, ni se pueden reunir; el que se muere
de hambre no puede hablar.
Estos
descarados, hipócritas, cínicos -porque de algún modo hay que llamarlos alguna
vez-, esgrimen setenta mil razones para demostrar que lo otro es lo que nos ha
conducido a todos a esta incertidumbre; por ejemplo, la de ustedes, en la
situación en que están, la de nosotros queriendo resolver, queriendo ayudar, y
ante el dilema de tener más o menos órganos de expresión o tejer soga para
nuestros pescuezos sosteniendo órganos contrarrevolucionarios.
Todo
el mundo sabe lo que nos esforzamos y estas cosas quizás sean una explicación
en el día de la libertad de expresión y sirvan para explicar un poco la razón
esta de que nosotros no hayamos podido terminar de resolver el problema de los
periodistas, que sabemos que están mal y que forman parte de los afectados por
la injusticia social, que forman una legión en el número de los que pueden
esperarlo todo de la Revolución , de los que son llamados a ser redimidos
también, igual que el campesino, igual que la mayor parte de nuestro pueblo.
Si
viniera una contrarrevolución y triunfara -que no triunfará jamás-, aquí hay mucha
gente que no tendría problema, porque le han echado con el rayo al Gobierno
Revolucionario, no tendrían problema -no tienen problemas con nosotros y no
tendrían problemas con una supuesta contrarrevolución si triunfara, al
contrario, batirían palmas, sacarían los cintillos y tendrían asegurada una
medalla, porque son los defensores de los intereses contrarrevolucionarios-; en
cambio, ustedes, los que han dado este acto, no solo perderían la libertad de
expresión, sino que perderían hasta el órgano con que pueden expresar la
libertad.
Estamos
tan plenamente convencidos de la justicia de nuestra causa, de la necesidad de
nuestra causa, de la bondad de nuestra causa, tan convencidos, aunque nadie
estuviera convencido de eso -partiendo del supuesto que no lo estuvieran- que
nosotros sabríamos defender nuestras ideas hasta el último aliento, porque si
les quitan los ideales a los verdaderos revolucionarios no tienen nada que
perder, lo perdieron todo, porque renuncian a todo desde que empiezan.
Nosotros
aquí a nada tenemos que renunciar, ni al poder, porque el poder para nosotros
es trabajo y sacrificio. Pero, además,
no tenemos que renunciar a la vida, porque podemos decir como aquel: Si morimos
qué es la vida, por perdida ya la dimos -hablando en plural-, cuando el yugo
del esclavo sacudimos.
Los
demás con huir resolvieron. Lo único bueno que tienen estos cuadros, lo único
alentador que tienen es que invitan a luchar, que se siente uno bien cuando
sabe que la tarea no es fácil, que se siente uno bien cuando sabe que este
esfuerzo es un esfuerzo que vale la pena hacerlo, que esta hora es una hora que
vale la pena vivirla. Porque las tareas
fáciles no invitan a los hombres de espíritu entusiasta y elevado, las tareas
fáciles son empresas de gente mediocre; pero las tareas difíciles como estas,
en que se vislumbran todos los enemigos de la Revolución , en que se vislumbran
los pasos de cada uno de ellos, las agresiones y las provocaciones, las tareas
difíciles, sobre todo cuando son tan justas como estas, nos llenan de
entusiasmo.
Se
arrecian las campañas para confundir, para sembrar el miedo, y junto con las
campañas se arrecian las maniobras para reducir la producción y para contraer
la producción, y todos se van asociando de una manera o de otra, se van
confabulando de una manera o de otra para presentar batalla a la
Revolución. Inventarán razones,
inventarán pretextos, hablarán de nobles causas para esgrimir banderas, para
engañar a los demás, si pueden, para autosugestionarse a sí mismos si es posible;
se repetirán muchas frases manidas, muchas palabras absurdas y se repetirán,
para tratar de sembrar la confusión, el temor, el desaliento y el descontento a
fin de debilitar a la Revolución , porque ya aquí cada cual sabe a qué
atenerse, cada cual sabe lo que está haciendo, y cada cual va tomando sus
posiciones en las contiendas que se avecinan y que necesariamente tendrán que
gestarse, por cuanto la Revolución no está dispuesta a retroceder un solo paso,
no está dispuesta a retroceder una sola pulgada.
Aquí
la palabra retroceso en materia revolucionaria no existe. Lo único que existe es avance, y mientras más
se empeñen en combatir a la Revolución, mientras más se empeñen en hacerla
retroceder, más riesgos correrán esos intereses de que la Revolución avance; lo
único que no teme la Revolución es avanzar, porque sabemos y consideramos como
buena estrategia ante una guerra armada como en esta guerra desarmada que la
táctica correcta es avanzar.
El
Gobierno Revolucionario se propone una meta, una meta clara: el bien del
pueblo, la redención del pueblo, la solución de los problemas de nuestro
pueblo, de las viejas aspiraciones de nuestro pueblo bajo aquella consigna de
"con todos y para el bien de todos".
La Revolución solo dejará intacto aquello que no impida los objetivos de
la Revolución; pero la Revolución no se detendrá lo más mínimo y barrerá por
completo con todo aquello que impida o estorbe los objetivos de la
Revolución.
Se
están haciendo campañas contra palabras, método, por supuesto, que va contra la
libertad de expresión, lo cual vale la pena recalcar un día como hoy, porque en
materia de trabas a la libertad de expresión, hay ciertos monopolios de órganos
que son "supercontralibertarios" de expresión, si se quiere buscar
una palabra.
Aquí,
por ejemplo, el niño analfabeto no disfruta de libertad de expresión; el hombre
que no sabe leer ni escribir, no disfruta de la libertad de hablar ni de
escribir. Aquí el hombre, sometido
económicamente, no tiene libertad de hablar ni de escribir, y la libertad de
hablar y de escribir no debe ser un privilegio, sino un derecho y debemos estar
también alertas contra todo lo que signifique cortapisas a la libertad de
expresión del pensamiento.
Debemos
estar atentos de hablar y escribir, no subestimar a los enemigos de la Revolución;
hablar y escribir para evitar que confundan, que tergiversen, que desorienten;
hablar y escribir contra el espíritu contemporizador, contra los argumentos de
los que quieren echar mantos de olvido, contra los que quieren hoy pintar como
infelices víctimas a los verdugos recientes, cuyas víctimas están todavía
frescas. Ustedes tienen que librar la
batalla junto con nosotros, tienen que aclarar conciencias.
Debemos
levantar nuestras banderas de moral, nuestra fe, nuestros limpios pendones,
porque si hay una causa que merece lucharse es esta, si hay un proceso que
merece vivirse es este, si hay una idea que merece defenderse es esta.
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