2 jun. 2010

Entrevista con Luis García Pascual "José Martí, el hombre más puro de la raza ". Por Yinett Polanco


Han transcurrido 115 años de la muerte de José Martí en Dos Ríos, pero sus apenas 42 de vida siguen trazando el rumbo de los cubanos. P
ocos hombres han existido que puedan mostrar mayor coherencia entre su obra y su vida, tan extensa la primera que parece imposible que la haya realizado en tan corto tiempo. Bastante difundida, aunque siempre inagotable, es la faceta del Martí patriota, fundador del Partido Revolucionario Cubano (PRC), artífice de la Guerra del 95. Pero al Martí político se encuentran indisolublemente ligados el creador, el intelectual.
Ese cultivador concienzudo del periodismo, capaz de instaurar estilos, adelantar tendencias literarias y prever conceptos y relaciones con la ciencia y la naturaleza que solo serían realidades años —y siglos— después, tiene todavía muchos diálogos posibles con los cubanos, latinoamericanos y hombres de todo el mundo. Al estudio de aquel hombre capaz de amar tiernamente, llenarse de celos por unos “ojos encendidos” y aun sacrificar sus pasiones por la devoción mayor a Cuba, ha dedicado su vida Luis García Pascual, hombre de pueblo, autodidacto —como él mismo se describe—; autor de cinco libros que versan sobre el entorno cotidiano del Apóstol, uno, quizá, de los menos abordados por la mayoría de los historiadores.

Todo está dicho ya; pero las cosas, cada vez que son sinceras, son nuevas.

Me incliné hacia la lectura de Martí desde muy niño. Leí los epistolarios de Félix Lizaso que reúne 500 cartas, y en uno de los momentos del libro dice: “fechamos estas cartas” —porque muchas están sin fechar o tienen una data incompleta. Luego empecé a coleccionar cartas y me inscribí en la Fragua martiana en un curso sobre Martí. Le pregunté a Gonzalo de Quesada por qué no se completaban las fechas de las cartas y me dijo que sería una tarea inmensa. Entonces me dediqué a eso. Estuve más de 20 años reparando las cartas. Yo soy autodidacto.

Trabajaba en el Cotorro, en la electricidad, pero empleaba el tiempo libre que me dejaban el turno de la mañana o la noche en la investigación. En esa época la Biblioteca Nacional cerraba a las 10:00 p.m. y el Archivo Nacional a las 7:00 p.m. Acumulé más de mil 300 cartas y llegué a arreglar más de 500 poniéndoles el mes y el año porque había fechas dislocadas completamente.

A unas 200 les pude poner el mismo día que lo escribió, pues él en un mismo día escribía cincos cartas, pero no repetía lo mismo porque tenía mucha facilidad de palabras, y fechaba unas y otras no. Se me ocurrió entonces relacionar los datos de las cartas, como dónde la escribió. Tomo como ejemplo la carta al Marqués de Santa Lucía que dice: “Por El Herald de hoy verá que no hay que comprobar más nada” y tenía puesto 94. Yo sabía que en esa fecha él estaba en Camagüey, no en New York y llegué a la conclusión de que debía ser durante la Guerra Chiquita, en el 80, así que la carta tenía 14 años de diferencia; un historiador norteamericano lo buscó en el periódico: la noticia salió el día 12 y le puse 12 de mayo de 1880.

Hay otra carta del corresponsal del Diario de la Marina que escribe sobre el periódico que iba a salir llamado El Separatista e incluye a Martí entre los colaboradores, lo cual era mentira. Entonces Martí le dice que tiene derecho a publicar cosas de él, pero solo lo que fuera verdad. Le habían puesto año 1893 a la carta. Fui a la biblioteca y lo busqué, porque Martí días antes había ido a New York y entonces los viajes se demoraban cinco días. Busqué en el periódico del 93, del 92 hasta que en el del 83 encontré el artículo.

En la única carta que existe a Emilio Bacardí dice: “desde el miércoles caí en cama”, le habían puesto el año 1894 y por su contenido deduje que había sido en Kingston, Jamaica; pero en el año 1894 Martí no estuvo en Jamaica, estuvo en 1892 diez días porque había una epidemia y no podía salir, y en 1893 diez días pero por enfermedad. Entonces había sido en junio del 93, pero como fechaba domingo y él llegó un sábado, no podía decir que estaba en cama desde el miércoles, así que le puse 18 de junio de 1893. De esa manera me sucedió con infinidad de cartas más. Fue una labor de 20 años en mis ratos libres.

Estando en ese trabajo conocí al director de la Fragua Martiana, quien me sugirió que recogiera las cartas recibidas por Martí. Le respondí que en otras ocasiones había pensado en eso, pero era un trabajo muy extenso. Él me dijo que lo hiciera porque me lo iba a publicar. Comencé a recuperar cartas, y acumulé más de 300. El epistolario fue publicado en 1993 por la Editora Abril y premiado por el Instituto Cubano del Libro, la Academia de Ciencias, y recibí la Distinción por la Cultura Nacional.

Después pensé que había tantos hombres amigos de Martí, buenos patriotas… y se me ocurrió hacer un diccionario, con una pequeña ficha biográfica de sus familiares y amigos más íntimos. Entonces hice Entorno martiano, con 400 fichas biográficas, publicado por la Unión de Historiadores de Cuba.

Luego coleccioné certificados de nacimiento y fallecimiento. Llegué a tener más de 300 partidas bautismales porque me dieron permiso en el Arzobispado para buscar en los archivos de las iglesias. Escribí a Guatemala para que me enviaran el certificado de la Niña de Guatemala, a México para el de Manuel Mercado, a España para el de otras personas: amigos y familias. Con todo ese material hice otro libro llamado José Martí: Documentos familiares.

En estos momentos estoy trabajando en una cronología familiar con más de mil fechas de los momentos más importantes. Mi primera investigación sobre esta temática fue una cronología que le di a Cintio Vitier cuando estaba la Sala Martí en la Biblioteca Nacional. Veía que las cronologías eran muy escuetas, con solo 40 ó 50 fechas e hice una cronología con 600, publicada por Cintio Vitier en el tomo 3 de los Anuarios Martianos de la Biblioteca Nacional. La mayoría de las cronologías se refieren a hechos “materiales”, pero quiero hacer una con mayor espiritualidad, contar cómo, cuando estaba preso y su padre le daba dinero, él lo repartía a manera de limosnas.

Yo no sirvo más que al deber, y con éste seré siempre lo bastante poderoso.

Por mi trabajo he recibido varios reconocimientos: La moneda internacional de la paz, que se le entrega a las personas con más de 30 años trabajando en temas relacionados con la cultura o el saber —otorgado por la Cátedra Honorífica Carlos Manuel de Céspedes en Pedagogía—, la Réplica del Machete de Máximo Gómez, recibí una certificación del Centro de Estudios Martianos como colaborador, de la Sociedad de Cultural José Martí recibí el Premio La utilidad de la virtud y otro reconocimiento de la Casa Natal; además, soy socio de la Unión de Historiadores.

La única fuerza y la única verdad que hay en esta vida es el amor. El patriotismo no es más que amor, la amistad no es más que amor.

Martí fue un hombre poco comprendido. La niña de Guatemala se enamoró de Martí y él de ella, pero sacrificó ese amor por el compromiso que tenía en México de casarse con Carmen Zayas Bazán. Otro equívoco fue cuando María Mantilla comenzó a decir que era hija suya, porque ella se lo creía. Indudablemente Carmen Miyares tuvo relaciones con él; en una carta que dio a conocer Rolando Rodríguez ella lo confiesa: “para usted todo en la vida de la que no olvida un solo momento, C”. Luego, en una carta que ella le envió a Gonzalo de Quesada, cuando él estaba coleccionando todo lo de Martí le dijo: “fíjese bien en lo que publica, usted sabe por qué se lo digo”. Él conocía de religión —dijo que creía “en Dios porque lo comprendo”—; un padre no puede bautizar a un hijo porque es un sacrilegio, y aun así fue el padrino de María.

Era un hombre religioso pero liberalmente. Cierta vez afirmó: “La libertad será la religión definitiva del mundo”, era un fanático de la libertad. Es cierto que él tuvo relaciones con Carmen Miyares, la mujer que más hizo por él: lo cuidó, lo apoyó, lo curó cuando estaba enfermo; mientras que su esposa quería apartarlo de la política, pero eso no significa que fuera el padre de María Mantilla.

En la década del 30, se publicaron muchos textos sobre el Apóstol: la biografía de Mañach, la de Isidro Méndez; pero la mayoría están basadas en lo que dijo Fermín Valdés Domínguez, y él, aunque lo quería mucho, dijo cosas que no son ciertas. Hay que hacer una biografía del verdadero Martí.

Se afirma el pueblo que honra a sus héroes.

María Mantilla comenzó a decir que era hija suya, porque ella se lo creía. Indudablemente Carmen Miyares tuvo relaciones con él; en una carta que dio a conocer Rolando Rodríguez ella lo confiesa: “para usted todo en la vida de la que no olvida un solo momento, C”. Luego, en una carta que ella le envió a Gonzalo de Quesada, cuando él estaba coleccionando todo lo de Martí le dijo: “fíjese bien en lo que publica, usted sabe por qué se lo digo”. Él conocía de religión —dijo que creía “en Dios porque lo comprendo”—; un padre no puede bautizar a un hijo porque es un sacrilegio, y aun así fue el padrino de María. Era un hombre religioso pero liberalmente.

Cierta vez afirmó: “La libertad será la religión definitiva del mundo”, era un fanático de la libertad. Es cierto que él tuvo relaciones con Carmen Miyares, la mujer que más hizo por él: lo cuidó, lo apoyó, lo curó cuando estaba enfermo; mientras que su esposa quería apartarlo de la política, pero eso no significa que fuera el padre de María Mantilla.

En la década del 30, se publicaron muchos textos sobre el Apóstol: la biografía de Mañach, la de Isidro Méndez; pero la mayoría están basadas en lo que dijo Fermín Valdés Domínguez, y él, aunque lo quería mucho, dijo cosas que no son ciertas. Hay que hacer una biografía del verdadero Martí.

Admiro a Martí como poeta, como escritor, como patriota y, sobre todo, como persona, por su ética y su moral. Por eso pienso dedicarle este libro en el que trabajo a Gabriela Mistral, porque dijo que era “el hombre más puro de la raza”. Siempre viví enamorado de su figura, hasta que un día decidí dedicarle la vida a esta labor. Lo hice, y me siento satisfecho, por todo lo que he trabajado por Martí. Todo el mundo lo admira, pero muy poca gente lo conoce, no con la devoción y el amor que se le debe tener, porque fue un hombre que lo dedicó todo a la patria.

En la carta de despedida que le escribe a la madre dice: “y porque ha nacido de usted un hijo que ama el sacrificio… jamás de mi corazón saldrá obra sin piedad ni limpieza...” En la carta a su hijo le dice: “sé justo”. Para él la justicia, la libertad, el amor lo eran todo. Me duele que no se acerquen a él con mayor profundidad, no lo quiero santificar, solo que se le valore como un hombre extraordinario.

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