A continuación Debate Socialista ofrece a sus
lectores extractos de un capítulo del Libro: La función del Orgasmo, de Wilhem
Reich*. Este brillante alumno de Sigmund Freud, se dio a la tarea de otorgarle
connotación social a las miserias sexuales que muchos consideraban como
exclusivas de unos pocos.
Hoy día, al continuar hegemónico el capitalismo
como sistema de vida, las infelicidades siguen siendo las mismas: en lo
económico y también en lo íntimo.
He aquí el punto en que la persona no
sofisticada se preguntará ¿cómo es posible que la ciencia se plantee preguntas
tan estúpidas como la de si es "deseable" o "practicable"
la felicidad en la tierra? Eso, dirá ella, es algo completamente natural. Sin
embargo, las cosas no son tan simples como aparecen ante los ojos del
adolescente entusiasta o el individuo sencillo y optimista.
En los centros que ejercían influencia decisiva
en la opinión pública de Europa alrededor de 1930, las exigencias de felicidad
de las masas no eran consideradas una cosa natural, ni su ausencia un asunto de
investigación.
Por esa época no había ninguna organización
política que hubiera considerado bastante importante ocuparse de problemas tan
"banales", "personales", "poco científicos" o
"no políticos".
Pero los acontecimientos sociales que ocurrieron
alrededor de 1930 plantearon precisamente ese problema en toda su magnitud. Fue
la ola del fascismo que barrió a Alemania como un huracán e hizo que los
individuos se preguntaran con el más absoluto desconcierto cómo una cosa tal
podía ser posible (1).
Los economistas, sociólogos, reformadores
culturales, diplomáticos y hombres de Estado, trataban de encontrar una respuesta
en los viejos libros. Pero la respuesta no podía encontrarse en los libros. No
había una sola pauta política en la que pudiera encuadrar esa irrupción de
emociones humanas irracionales que el fascismo representaba. Nunca en la
historia la política se había problematizado como una cosa irracional.
El descubrimiento freudiano de la sexualidad
infantil y el proceso de represión sexual representaban, hablando en términos
sociológicos, la primera vez que se tomaba conciencia de que durante miles de
años se había negado el sexo. Ese
conocimiento seguía vestido por ropajes altamente académicos y no confiaba en
su propia capacidad para caminar.
La sexualidad humana clamaba por el derecho a
salir de la oscuridad de la vida social, donde por milenios había llevado una
vida sucia, insalubre, purulenta, y situarse en el frente del brillante
edificio que tan grandilocuentemente se denominaba "cultura" y
"civilización".
Los crímenes sexuales, los abortos criminales,
la agonía sexual de los adolescentes, el asesinato de las fuerzas vitales en
los niños, las perversiones a granel, los escuadrones de la pornografía y del
vicio, la explotación vil de ansia humana de amor llevada a cabo por vulgares
empresas comerciales y publicitarias, los millones de enfermedades tanto
psíquicas como somáticas, la soledad y la mutilación en todas partes, la
fanfarronada neurótica de los supuestos salvadores de la humanidad, todas esas
cosas difícilmente podían considerarse como ornamentos de una civilización.
La evaluación moral y social de la más
importante de las funciones humanas biológicas, estaba en manos de damas
sexualmente frustradas y profesores vegetativamente muertos. Los frustrados y
las momias apelaban al sentimiento generalizado de culpa sexual, para que
atestiguara contra el caos sexual y la "decadencia de la civilización y la
cultura".
…Los descubrimientos de la investigación de
Malinowski en las islas de los mares del Sur tuvieron un efecto
extraordinariamente fecundo. Tal efecto no consistió en despertar la curiosidad
lasciva con la cual los mercaderes sexualmente perturbados reaccionaban frente
a las jóvenes de los mares del Sur o se enloquecían con las danzas hawaianas: no,
se trataba ahora de algo serio...
En 1929 se publicó la obra principal de
Malinowski, The Sexual Life of Savages. Contenía un riquísimo material que
enfrentó al mundo con el hecho de que la represión sexual es de origen
sociológico y no biológico. En su libro, Malinowski no discutía esa cuestión.
Mucho más explícito era el lenguaje de su material.
Resumiré los puntos que aquí más nos interesan.
Los niños de las Trobriands no conocen represión sexual alguna y no existen
para ellos secretos sexuales. Su vida sexual se desarrolla naturalmente,
libremente y sin obstáculos a través de cada etapa de su vida, con plena
satisfacción.
Los niños realizan con libertad las actividades
sexuales correspondientes a sus edades. A pesar de lo cual, o mejor dicho,
justamente por esa razón, la sociedad trobriandesa no conocía, en la tercera
década de nuestro siglo, ni perversiones sexuales, ni psicosis funcionales, ni
psiconeurosis, ni crímenes sexuales; no tiene ninguna palabra para designar el
robo; la homosexualidad y la masturbación sólo significan para ellos formas
artificiales y no naturales de gratificación sexual, un signo de una
perturbación de la capacidad para alcanzar la satisfacción normal.
Los niños trobriandeses desconocen el estricto y
obsesivo entrenamiento para el control excrementicio, que socava la
civilización de la raza blanca. Los trobriandeses, por lo tanto, son
espontáneamente limpios, ordenados, sociales sin compulsión, inteligentes e
industriosos. La forma socialmente aceptada de vida sexual, es la monogamia
espontánea sin compulsión, una relación que puede disolverse sin dificultades;
en consecuencia, no hay promiscuidad. En la época que Malinowski investigaba en
las Trobriands, en las islas Amphlett, unas pocas millas más lejos, vivía una
tribu que tenía una organización familiar patriarcal autoritaria. Los
habitantes de esas islas ya mostraban todos los rasgos del neurótico europeo:
desconfianza, angustia, neurosis, perversiones, suicidios, etcétera. Nuestra
ciencia, saturada como está de negación sexual, hasta ahora ha logrado reducir
a cero la significación de hechos decisivos mediante el sencillo método de
presentar uno junto al otro, en clara coordinación, lo importante y lo no
importante, lo banal y lo grandioso. La diferencia recientemente mencionada
entre la organización matriarcal libre de los isleños de las Trobriands, y la
autoritaria y patriarcal de las Amphlett, tiene más peso desde el punto de
vista de la higiene mental que los diagramas más complicados y aparentemente
más exactos de nuestro mundo académico.
Esa
diferencia significa: el factor determinante de la salud mental de una
población es el estado de su vida de amor natural.
Freud había sostenido que el período de latencia
sexual de nuestros niños, entre los seis y los doce años, era un fenómeno
biológico. Mis observaciones de adolescentes de distintos estratos de la
población habían demostrado que, dado un desarrollo natural de la sexualidad,
el período de latencia no existe. Allí donde se da un período de latencia,
trátase de un producto artificial de nuestra cultura.
Ahora lo confirmaba Malinowski: las actividades
sexuales de los niños de las islasTrobriands tenían lugar sin interrupción de
acuerdo con su edad respectiva, sin un período de latencia. El coito comienza
cuando la pubertad lo exige. La vida sexual de los adolescentes es monógama: se
cambia de pareja tranquila y ordenadamente, sin celos violentos.
Muy diferentemente de lo que ocurre en nuestra
civilización, la sociedad de las Trobriands se preocupa por la vida sexual de
los adolescentes y la facilita, en particular proporcionándoles chozas donde
pueden estar solos, y también en otros aspectos, de acuerdo con su conocimiento
de los procesos naturales.
La supresión sexual es un instrumento esencial
en la producción de la esclavitud económica.
Por lo
tanto, la supresión sexual en el infante y el adolescente no es, como afirma el
psicoanálisis –de acuerdo con erróneos y tradicionales conceptos educativos- el
prerrequisito del desarrollo cultural, la socialidad, la diligencia y la
limpieza: es exactamente lo opuesto.
Los isleños de las Trobriands, con su plena
libertad sexual natural, no sólo han alcanzado un alto desarrollo agrícola,
sino que, debido a la ausencia de tendencias secundarias, han mantenido un
estado general de cosas que parecería un sueño a cualquier nación europea de
1930 ó 1940.
Los niños sanos presentan una sexualidad natural
espontánea. Los niños enfermos, una sexualidad artificial, o sea, perversa. La
alternativa que enfrentamos en este asunto de la educación sexual no es, en
consecuencia, sexualidad o abstinencia, sino vida sexual natural y sana,
o perversa y neurótica.
La represión sexual es de origen socioeconómico
y no biológico.
Su función es sentar las bases de la cultura
autoritaria patriarcal y la esclavitud económica, como podemos verlo de la
manera más clara en Japón, China, India, etc. En los comienzos de la historia,
la vida sexual humana seguía leyes naturales que ponían los fundamentos de una
socialidad natural.
Desde entonces, el período del patriarcado
autoritario de los cuatro a seis mil años últimos, ha creado, con la energía de
la sexualidad natural suprimida, la sexualidad secundaria, perversa, del hombre
de hoy.
Wilhelm Reich (1945) LA FUNCIÓN DEL ORGASMO, El
descubrimiento del orgón, Problemas económico-sexuales de la energía biológica
http://books.google.co.ve/books/about/La_funci%C3%B3n_del_orgasmo.html?id=1BwtiIT6UDwC&redir_esc=y
Se refiere a la irrupción en el poder de Adolf
Hitler presidente y canciller de Alemania entre 1933 y 1945 y el creador del
Partido Nazi, liderando un régimen totalitario en su país conocido como Tercer
Reich o Alemania nazi.
Publicado en “Debate Socialista”
Edición Nº 205, 07 noviembre y 09 diciembre,
2012
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