12 dic. 2012

HUGO. Por Edgar Gutiérrez


A veces pienso que todo el pueblo
es un muchacho que va corriendo
tras la esperanza que se le va
la sangre joven y el sueño viejo
pero dejando de ser pendejo
esa esperanza será verdad
A.P.


Disculpa, pues aunque yo soy mayor que tú, te siento como mi hermano mayor y así te hablo ahora.

Esta pelea, la que estas librando ahora es la más difícil. Todas las otras, las ya libradas y las que faltan son contra la historia, la falsa, la oficial, y no es que sean más fáciles, es que simplemente esta de ahora es diferente.

La vida, eso que llamamos vida, nos conduce casi siempre hasta circunstancias que a veces son luminosas, pero a veces son oscuras.

Lo más sencillo de decir, lo escribía en estos días ante la muerte de un camarada, que se habla de muerte como la continuación de la vida o la solución de la vida, o su resolución. Hasta algunos filósofos, hablan de que somos seres para la muerte. Ahora, cuando pienso esas cosas sólo siento rabia, y la siento porque estos últimos años se han empeñado en mostrarme que eso es completamente falso.

Yo no soy creyente, pertenezco a ese grupo de personas (nada minoritarios, por cierto) que no vivimos preocupados por la existencia de algo o alguien superior que decide o determina la vida. Tampoco “creo” en la historia. Si lo has notado, seguro que sí, existen personas que hacen de la historia, o de la ciencia, ese ente superior que (aunque no se le llame un dios) nos predetermina. No me preocupa, de verdad, que va pasar después de mi muerte, no me quita el sueño saber o pensar en que hay más allá.

Me preocupa sí, lo que hay aquí.

Pienso que es muy probable que dios no exista, pero los seres humanos sin duda existimos. La vida, especialmente la vida humana existe. El hombre y la mujer, ese par de animales particulares con “pulgar oponible y telencéfalo altamente desarrollado” crearon un mundo de relaciones, de intereses, de intenciones que nos determinan.

Desgraciadamente, por aquello de que “todos los hombres son iguales, solo que hay unos que son más iguales que otros” inventamos la propiedad, el dinero, la mercancía, el control del conocimiento, todo ese montón de mierda que hace que las relaciones humanas hayan terminado siendo “relaciones mercantiles” y que “sueño dorado” sea el mercado. Desgraciadamente, todo eso hace de eso que llamamos la sociedad un sistema organizado para garantizar y mantener aquellas “relaciones mercantiles”. Y hace que hasta el amor y el sexo, el cariño y la confianza, es decir todas esas cosas que deberían definir la vida humana en tanto tal, se hagan mercancías y por lo tanto cosas que sencillamente se compran y se venden.

Pero desde siempre, ha existido personas que aman la vida como ella es, que entienden que la vida humana es todo lo que ella es o no es nada y entonces dedican su existencia a luchar contra el sistema de las “relaciones mercantiles”. Se dedican a luchar por una vida que sea mucho más que un cajero electrónico a la vuelta de la esquina. Una vida donde podamos vivir sin miedo a que nos compren o nos vendan, sin miedo a que nos pongan precio y hasta un código de barras si no en el cuello seguramente en la conciencia.

Entre esas persona, y de manera especial estás tú. Apareciste a contrapelo de la historia y cambiaste un destino que parecía marcado inexorablemente. En muchos sentidos nos salvaste la vida, especialmente a muchos de mi generación que veníamos de derrota en derrota y de frustración en frustración. Es cierto, algunos nunca abandonamos la lucha, pero la esperanza era sin duda algo que se nos escurría… Pero apareciste tú a resucitar la historia, a demostrar que los sabios de las “relaciones mercantiles” que la decretaron muerta (la historia) estaban equivocados. Y hoy gracias a ti, a pesar de todas las contradicciones que puedan existir aun, tenemos patria, tenemos esperanza, tenemos motivos y razones.

Y por esa razón, y por muchas otras más, te quiero decir que esta no es hora de morir. Te lo digo a ti y me lo digo yo mismo. Es hora de seguir viviendo. Yo sé que tú crees en Dios y yo creo en la vida, en el ser humano para la vida. Creemos en la necesidad de ocuparse de lo que hay aquí, de lo que pasa aquí y ahora. De luchar contra la mercantilización de la persona, de luchar para que así la persona realmente libre pueda vivir y tenga como vivir y para que vivir. Estoy seguro de que la vida continúa aun cuando falte una persona. Pero a pesar de todo eso, creo que si en algún momento no está permitida la muerte es en éste, especialmente o particularmente porque toda la vida está por delante y aunque esta sea la pelea más difícil que nos haya tocado vivir siempre abra razones para vencer y motivos para luchar.

En este momento me acaba de llegar la noticia de que saliste satisfactoriamente de la operación. Es definitivo, y no es un lugar común: Hugo, hermano, te necesitamos. Definitivamente no es momento para morir. De pana vale…

1 comentario:

anayadnerak dijo...

algo realmente lógico... siempre abra razones para vencer y motivos para luchar...