Marx nos dice: "la condición humana es la
relación social". Ortega y Gasset, el filósofo español,
asentó: "Yo soy yo y mi circunstancia". Es así, el humano
pensante ha entendido que él y las circunstancias forman una unidad, con
contradicciones, con armonías, pero siempre uno.
Del anterior pensamiento surge una serie de
preguntas: ¿Hasta dónde se puede modificar la relación hombre-sociedad, cómo?
¿Puede el hombre escaparse a ella? ¿Cómo conocerla? ¿Cómo se manifiesta la
relación entre el hombre y la sociedad? ¿Puede el hombre prepararse para la
modificación? Ensayemos algunas reflexiones.
En la política, y en su otra cara, la economía,
que nos interesa mucho en estos días, se evidencia la relación hombre-sociedad
(circunstancia). Pensemos en cómo actúan los políticos, hasta qué punto influyen
en ellos las relaciones sociales, y hasta dónde llega su libre albedrío, hasta
qué punto son sólo la personificación de un proyecto, de unos intereses.
Pensemos en obama, por ejemplo, ¿podía actuar
diferente a cómo actuó? Preguntémonos lo mismo de rajoy, zapatero, lula.
Pensemos en un ultra millonario como bill gates, ¿por qué no reparte su dinero?
o en los banqueros ¿por qué no hacen prestamos sin intereses? ¿Qué piensan, qué determina su pensamiento,
cómo lo justifican?
Las preguntas pueden ser infinitas, las
respuestas han angustiado al hombre desde lo profundo de la historia, han
provocado muchísimas discrepancias. Intentemos aproximaciones.
El sistema capitalista es un conjunto de
relaciones, de intereses, de necesidades que como una tela de araña va atrapando al humano, lo
moldea a su imagen y semejanza, lo convierte en una pieza de su interés, lo
coloniza y lo transmuta en una personalización del capitalismo. Podemos resumir
diciendo que el sistema capitalista se sustenta en humanos capitalistas,
sistema y hombre forman una unidad.
El sistema capitalista para funcionar necesita
producir mercancías que se realicen en el mercado, es decir, que se vendan, de
esta manera realiza la explotación del trabajador.
Debe producir, además, con el mayor beneficio
posible, por eso debe adecuar las necesidades de la sociedad a su producción,
crear necesidades que maximicen el beneficio para el capitalista. No produce lo
que la sociedad naturalmente necesita, sino que crea necesidades que determinen
la producción con alto beneficio para el capitalista. De esta manera el capital
toma el control de la Sociedad y el humano pasa a ser un manejado, la
mercancía, como un fetiche, dirige a la sociedad, el capital es un nuevo dios.
La Política y los políticos en el capitalismo
están sumergidos en esta pérdida de la personalidad, están al servicio del
mundo de las mercancías, no al servicio del hombre.
El Socialismo pretende zafarse de esta situación
de enajenación, cambiar la sociedad, cambiar las circunstancias del hombre. La
tarea tiene dificultades: opera en la sociedad enajenada, debe captar a los
hombres alienados para la causa del cambio, para el renacer de una nueva
sociedad, el período de transición se realiza con hombres de la transición
habitados por lo viejo, contradictorios. La tarea es descomunal, pero es
posible.
Ya está claro el verdadero discurso de capriles
y de la mesa de unidad: es el capitalismo. ¿A este programa qué opone el
chavismo? La respuesta parece directa: el Socialismo. Sin embargo, son
importantes algunas precisiones. Veamos.
El capitalismo que nos propone capriles es el
capitalismo maduro, hacia allá tienden todas las formas nosocialistas por más
bondadosas que parezcan. Es así, el capitalismo en cualquiera de sus fases crea
una mentalidad egoísta, deforma la visión de la vida, nos transforma en cosas,
nos mecaniza e insensibiliza. Recordemos aquel chinito que para comprarse un
electrónico vendió una parte de su cuerpo, o la niña atropellada cuyo cadáver
permaneció tirado en la calle frente a la indiferencia de los
hombres-mercancías.
Al iniciar el camino del capitalismo, en
cualquiera de sus versiones, por cualquier sociedad, con cualquier excusa, se
va creando un mundo deshumanizado, el de las cosas, y al final del camino
encontramos los hombres-mercancías.
Encontramos el capitalismo maduro engarzado con el imperio mundial de la
muerte, el proyecto que capriles nos propone, el mismo de la Europa devastada,
la de los suicidios, de las emigraciones vergonzosas. El mismo de los gringos
que vampirizan al mundo pero se les acaba el tiempo con deuda descomunal,
crisis estructural que amenaza con ser definitiva.
El capitalismo, ingenuo o salvaje, cualquiera
sea su versión, necesariamente camina hacia un remedo de la forma más
evolucionada de este sistema. Así pasa con China, Brasil, grotescas imitaciones
de lo peor de los países del norte, acumulando capital y también conciencia
egoísta, de millonarios groseros enriquecidos con el sudor y la desdicha de sus
hermanos.
Lo anterior es una ley corroborada por la
historia. Los ensayos capitalistas imitan las formas más evolucionadas del
sistema, aunque de manera deformada, monstruosa, con sus vicios en grotesca
mezcla con sus virtudes: el celular con sus miserias, el carrote con el rancho,
con su lastre de esclavitud y deformación del humano.
El proyecto Bolivariano, y he allí su inmenso
valor, es la posibilidad de romper con el capitalismo definitivamente. Esta es
su diferencia esencial con el proyecto de la oligarquía, del imperio. Mantener
esa posibilidad es la tarea más importante de los revolucionarios en los pocos
días que nos separan de las elecciones de octubre.
Después, la tarea más importante será hacer de
nuestro socialismo incipiente, bamboleante, indeciso, un Socialismo fuerte,
nítido, donde las formas capitalistas sean vestigio, la conducta egoísta se
reduzca cada día, y la relación humana sea de fraternidad y no de guerra. Donde
las teorías que coquetean con formas capitalistas sean desechadas, las soluciones
de los males de la sociedad se resuelvan con más Socialismo, y las herramientas
melladas del capitalismo sean consideradas de alto peligro para la tarea
socialista. Donde, en definitiva, el hombre recupere su condición humana, su
puesto en la sinfonía de la vida, su armonía con el resto del planeta.
Lo primero es existir, que exista la
oportunidad, por eso votar por Chávez, salvar la Patria, es un deber.
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