6 abr. 2013

Duchicela: Hasta Siempre Pequeña Gigante


Otra vez el dolor. Primero la incredulidad ante la noticia, la incomprensión. Pero luego el dolor, ese que se incrusta, que apabulla, que lo ocupa todo, que ensordece, que acalla, que entumece, que ahoga…

Porque, sabes muchacha, un día fuiste mi hijo, Darío, que renacía en tu sonrisa, en tu transparencia, en tu solidez  llena de ganas de vivir y de ser, y que ahora muere otra vez contigo en otro estúpido accidente de tránsito…

Camarita, te vas apenas un mes después del Gigante, y sé que te vas sin querer irte, porque conocí tu entusiasmo, tus ganas, tus razones, y sé que se quedan por ahí no sé qué tantas cosas y tantas ideas e intenciones y ganas, y razones y motivos.
Y nosotros quedamos aquí, no solo con este dolor que duele tanto, sino además con tu tarea de hacer que nuestro triunfo (y de ninguna manera pienso electoralmente) sea tu triunfo, que nuestros logros y alegrías no sean sino el renacer y la continuación de tu corta pero bella vida.

Camarita, perdona que te hable de manera personal, pero a veces no entiendo porque soy yo, tan intrascendente, el que se queda. Pero te puedo decir que mientras quede un aliento de vida seguiremos luchando, seguiremos adelante. Hay un camino para andar, duro (ya lo decía Argimiro) pero es el camino elegido y por él seguiremos tercamente, inevitablemente. Yo no espero verte en un más allá acerca del cual, en este instante no me interesa discutir, pero luchare (y no estoy solo, de ninguna manera) para volver a verte en tanto joven maravilloso de los que acompañan este  asunto que nos empeñamos en hacer y llamar revolución. Y sé que te veré (mientras quede un aliento de vida) en otros jóvenes, en otras esperanzas cumplidas, en otras acciones consecuentes. 

Nuestra tarea, la mía y la nuestra es la de garantizar que esta esperanza sea verdad. Que seamos coherentes con la vida que ustedes, los que se han ido, pero que nunca serán olvido, soñaron tener y por la que lucharon palmo a palmo.

A ustedes, los muchachos del MUSEC, de Tatuy, de la ABECyT, del Movimiento… no tengo más que decirles salvo agradecerles toda la vida que me dan al permitirme estar por ahí, cerca. La vida no es un jardín de rosas y faltan dolores todavía, quizá algunos terribles. Pero saben, solos, aislados, apenas seremos una gota o un soplo leve, pero juntos, todos, podemos ser aguacero, un poderoso huracán… 

Por ahora, les doy lo único que tengo a mano en este momento incomprensible: un abrazo de pana. Un abrazo del alma, se los juro…
Y la seguimos, así dejemos la piel en esto, la seguimos…. Honor y Gloria Duchi…

Edgar.
Tatuy Tv.


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