Venezuela es un país petrolero sumergido en una cultura rentista signada por el consumismo y el oropel del norte. No es necesario insistir en las aberraciones, distorsiones y paradojas que caracterizan a nuestra sociedad, es ilustrativo que aquí un mendigo tiene celular y debajo de los puentes hay directv. Estas torceduras impregnan a la sociedad, todo está teñido de rentismo, la política no escapa a esta condición. Siendo así, la pugna por el poder y la conducción de la república están fuertemente influenciados por el opio petrolero.
El dilema es dramático: No es posible construir
una sociedad viable, socialista, desde la cultura rentista, pero al intentar
superarla corremos el riesgo de que la población, acostumbrada al clientelismo,
al logro individual, nos dé la espalda.
Es paso previo para una Revolución resolver este
dilema, sin eso es impensable el salto. Resolver el dilema es en gran medida la
Revolución.
Superar esta condición rentista, individualista,
no es un mero asunto político, se trata de prepararnos para las dificultades
que se avecinan en el planeta por el desajuste climático y la crisis capitalista.
La humanidad enfrentará escasez de
alimentos, impactos ecológicos de todo tipo, algunos inéditos, y la
única manera de superar las dificultades futuras es haciendo que la sociedad
entienda que los grandes problemas sólo se pueden resolver con la participación
de todos, en conjunto, y esto sólo lo logra una Sociedad Socialista.
¿Cómo hacer la Revolución Cultural , esencia del
Socialismo?
Primero debemos estudiar la fisiología de la
cultura rentista. ¿Qué somos? Nos
caracterizamos por una laxa relación entre el logro y el esfuerzo necesario
para conseguirlo. Hasta la oligarquía prefiere pegarse a la ubre petrolera que
explotar, la plusvalía cede el lugar al despojo. Esta condición labró una
sociedad acostumbrada a recibir y a no participar en las luchas por conseguir
los beneficios. Cien años de oro negro nos convirtió en una sociedad que vive
la embriaguez de los precios altos y las miserias de los precios bajos,
cual jugador de ruleta que gana en dos
jugadas para derrochar la fortuna en el bar y volver la noche siguiente a
buscar de nuevo la suerte. Cuando los precios están altos aplaudimos a los
gobernantes, cuando bajan protestamos como adolescentes malcriados.
Uno de los
retos y cambios principales es conseguir que la sociedad participe en la
consecución de sus logros y que lo haga de manera colectiva, social. Todo logro
debe ir precedido de un esfuerzo, producir una respuesta colectiva.
Por ejemplo, en una capital hay un problema con
la basura, el alcalde es tradicional y no resuelve, lo que se debe hacer es
quitarle el apoyo al inepto. Hasta allí la respuesta de la política oligarca.
Lo correcto, lo revolucionario, es elegir a un gobernante capaz de resolver lo grande y simultáneamente unir
al pueblo alrededor de la solución del problema, desde brigadas de trabajo
voluntario, hasta disciplina con los desechos. "Resolver educándonos"
sería una buena consigna.
¡Con Chávez y
sus candidatos, lo demás es traición!
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