Para ser un revolucionario que en varias ocasiones se ha autoproclamado alegremente como feminista, fue triste y extraño cuando la semana pasada el presidente Hugo Chávez se reunió con la modelo venezolana Ivian Sarcos, Miss Mundo 2011.
Chávez se reunió con Sarcos, discutieron sobre su Fundación: “Belleza con propósito”, y él aceptó su calendario como regalo. En éste, ella posa vistiendo ropas cortas y costosas. Le deseó éxitos en su trabajo como “la mujer más bella del mundo”, y además le dijo que nos sentimos representados en su belleza. El presidente también le señaló a la prensa que él le había encargado a la ministra para la juventud, Maripili Hernández, que se reuniera con fundaciones sin fines de lucro similares que estuvieran dirigidas a los jóvenes deportistas y a las reinas de belleza, y que apuntaran al beneficio de la gente con necesidades.
Pocos días después, el ocho de enero, durante el programa Aló Presidente, Chávez afirmó haber llamado a Irene Esser, la Miss Venezuela 2011, para felicitarla por su victoria el pasado octubre. Además, él comentó el hecho de haber sido criticado duramente por sus “adversarios” debido a su encuentro con Sarcos, y expresó que ella era parte del “orgullo nacional” y “merecía todo el apoyo necesario”.
En un país que cuenta con una amplia industria del glamour y de la belleza, desde las lociones para el cuerpo hasta la vestimenta, que cuenta con un amor por los concursos de belleza en todas las escalas, el encuentro de Chávez con Sarcos y su llamada a Esser son medidas claras para el refuerzo de su popularidad en el camino de su campaña presidencial para las elecciones de octubre de este año. En este caso Chávez ha puesto, peligrosamente, los votos, el pragmatismo y la estrategia, por encima de la ideología, a pesar del hecho de que él mismo ha asegurado que “no hay socialismo sin feminismo”.
De esta manera, él ha alentado el status quo en el que están devaluadas las mujeres, en el que se utilizan sus cuerpos, editados con photoshop, en todo momento y en todos los lugares, para hacerle publicidad a la cerveza, a los conciertos, a los eventos de entretenimiento, a las películas, y para vender periódicos que, en suma, alimentan la gigantesca industria de las cirugías plásticas y de los cosméticos. Este es el status quo que, en Venezuela, acepta los concursos de belleza de niñas que aún no han cumplido los 10 años, tan populares son que incluso algunas escuelas primarias y consejos comunales, entre otras instituciones, los organizan.
También es un status quo que, a expensas del autoestima de la mitad de la población, alienta las ganancias del hombre más rico de Venezuela, Gustavo Cisneros, quien cuenta con una fortuna que sobrepasa los cuatro mil millones de dólares. Cisneros es dueño de un amplio espectro de compañías mediáticas y de alimentos, al mismo tiempo que es dueño de la organización Miss Venezuela. Como es conocido, este concurso se lleva a cabo anualmente y selecciona a quien será enviada a la competición por los concursos del Miss Universo, Miss Mundo y Miss Tierra. Las candidatas para el Miss Venezuela deben contar con tres requisitos: Tener una altura de al menos 1,70 cm, tener entre 17 y 25 años, y pesar entre 50 y 65 kilogramos. Estos datos se encuentran lejos del promedio de altura, peso y edad de las mujeres venezolanas, por consiguiente, es difícil, tal como Chávez pretende, que Sarcos represente al país, basada exclusivamente en su físico.
Vale la pena señalar que Cisneros ha sido un aliado cercano de ciertos presidentes en el pasado, tales como Rafael Caldera y Carlos Andrés Pérez, y también del expresidente norteamericano George Bush. Durante el fallido golpe de Estado en abril de 2002, su estación televisiva, Venevisión, escogió no transmitir las protestas en apoyo del presidente Chávez.
Aun así, es cuestionable si tal compromiso moral -con el objeto de garantizar la reelección y de que la revolución continúe- vale la pena. Rafael Correa, el presidente ecuatoriano, se ha pronunciado en contra de los concursos de belleza, no obstante, de acuerdo con muchas encuestas que miden la intención de los votantes, él permanece como el presidente más popular de América Latina por un amplio margen.
Correa señaló en mayo del 2007 que los concursos de belleza “fomentan malos valores” y animó a las mujeres a protestar por tal “uso de sus cuerpos”.
Al hablar acerca del Miss Universo, él dijo: “Es una marca de fábrica de ese millonario, Donal Trump… las mujeres desfilan en traje de baño, y la ganadora habla sobre pobreza, justicia, paz; así que es como si los feos no pudieran trabajar por los pobres… como si la belleza, ese regalo de Dios, fuera algo decisivo.
Es de notar que Trump, tal vez una versión estadounidense de Cisneros, es un hombre horrendo, con una malla anaranjada que le sirve de peinado, sobre el cual se sostiene un imperio económico de restaurantes, casinos, shows de televisión, una página web de viajes, revistas, juegos de simulación, ropa para hombres y agua embotellada; la mayoría de dichos productos son bautizados con su nombre para darles su estilo: como la Trump ice embotellada, ¡mmm! Por otra parte, Trump se ha visto envuelto en una lista de incidentes sexistas, incluyendo el haber hecho que algunas candidatas del Miss Universo desfilaran frente a él en privado. De esa forma podría decidir a quién encontraba más atractiva en términos sexuales.
En 2010 Correa realizó un movimiento más concreto sobre este asunto al prohibir los concursos de belleza en las escuelas públicas, puesto que no tenían un “valor educativo” y eran “sexistas”, así como sugerían que “lo importante era la belleza, no un buen corazón, o la inteligencia, el sacrificio y el esfuerzo”.
Un feminista declarado
En el Foro Social Mundial de Brasil en 2009, Chávez le preguntó a Correa si él era feminista, a lo cual Correa le respondió con una leve sonrisa, y le asintió con la cabeza. La declaración de Chávez sobre su identidad feminista ha sido, en varias ocasiones, audaz, admirable e histórica, ya que muy pocos otros presidentes del mundo han hecho algo similar. Asimismo, ésta es una movida valiente en un continente donde el término no es bien entendido, y donde muchas personas, aun aquéllas que trabajan en las instituciones y las organizaciones de la Revolución Bolivariana, la interpretan con el significado de algo “antimasculino” o de “lesbianas”.
En 2008, en la celebración del quinto aniversario de la Misión Sucre, Chávez declaró en su discurso: “Todos los socialistas tienen que ser feministas… el capitalismo es macho… yo aprendí a hacer café en la prisión… desde la niñez hay un trato injusto de los niños en comparación con las niñas”. Su comentario sobre el café resulta un poco inmaduro, pero es verdad que aquí, al lado de todas las injustas reglas de la división de las labores, es usual que sea la mujer quien haga el café.
También en el 2008, durante un evento para conmemorar el noveno aniversario del Instituto Nacional de la Mujer (el cual está adscrito a un ministerio del gobierno), Chávez criticó el machismo y se declaró a sí mismo como un “convencido socialista feminista”.
“Los socialistas deben ser feministas o no serán seres humanos completos. Con el apoyo de nuestras mujeres, nosotros debemos fortalecer la unidad en Venezuela… nosotros debemos tomar pasos firmes hacia… la total emancipación del género y ser más justos con nuestras mujeres”, expresó. Agregó en el mismo lugar que las mujeres habían sido condenadas por la historia, pero la “administración bolivariana desarrolló planes comunales en contra de la violencia familiar y a favor de las madres solteras, lo cual ha significado un gran avance”.
Una vez más, en septiembre del 2010 Chávez dijo: “No puede haber revolución sin la participación de las mujeres”. Esto fue en el evento de juramentación de Las Mujeres Guardianas de la Revolución (grupos de mujeres formados para “defender el voto” en las elecciones parlamentarias de ese mes).
Estas declaraciones del presidente Chávez son bienvenidas y emocionantes, sin embargo, muestran que su concepción del feminismo y de su propia identidad como feminista están limitadas al incremento de la participación de las mujeres en los consejos comunales, en las misiones, en la sociedad, y en las campañas electorales, en vez de formar un movimiento específico para defender sus asuntos particulares y ampliar sus derechos.
Sólo se tratan los síntomas
Los comentarios revelan un entendimiento incompleto de los problemas de las mujeres y, en conjunto con los comentarios acerca de Sarcos, revelan la poca voluntad de ir más allá de los síntomas de la enfermedad, a sus causas. Tal debilidad ideológica se refleja en las instituciones y en las políticas de la revolución, y en la conciencia general de sus militantes.
El “feminismo” en la revolución bolivariana se traduce en algunas pocas ministras y legisladoras más en ejercicio, en una mayor cantidad de participación femenina en las bases (al punto de ser la vasta mayoría en ellas), tanto en los movimientos, en los consejos comunales y en las misiones, observándose apenas unos ligeros cambios visibles en los “escalones más altos” del liderazgo y de la vida intelectual. Ahora las madres tienen derecho a recibir un pequeño subsidio para continuar con la carga de tener que hacerse responsables ellas solas de la crianza de sus hijos. Este feminismo, de igual manera, significa oponerse a la violencia contra la mujer sin comprender que la división del trabajo por géneros y que la cosificación de la mujer a través de actos como los eventos de belleza y de la publicidad teñida de sexismo, contribuyen grandemente con la concepción de la mujer como persona de segunda clase, cosa que posibilita la violencia mencionada. Es un “feminismo” que ignora completamente el rol de la iglesia en el sexismo y, por lo tanto, se rehúsa a hablar siquiera del derecho a optar por el aborto, de que éste sea gratuito y que se pueda practicar sin peligro. Esta idea de feminismo carece de cualquier análisis histórico o económico acerca del rol del capitalismo en la generación del sexismo.
Al negarse a tratar con las causas, las mujeres se convierten indirectamente en una de ellas. Por ejemplo, en la conferencia de prensa que siguió al encuentro con Sarcos, cuando se le preguntó sobre los implantes de seno PIP, aquéllos que las autoridades francesas calificaron como nocivos para la salud, por lo cual se les recomendó a todas las mujeres que los usaban que se los quitaran, Chávez dijo: “Nosotros [el gobierno] tenemos que ser más rigurosos [considerando la importación de implantes], y actuar para proteger a nuestra gente, y aún más, para hacerle un llamado a la población, en especial a las jóvenes, que sean cuidadosas… porque se les mete en la cabeza que esto es esencial para la belleza”.
Luego, en esa misma conferencia, mencionó la publicidad capitalista, y le hizo un llamado a los doctores por haber estado presionando a las mujeres para que dieran a luz por cesárea (la cual es más rentable en las clínicas privadas); la culpa termina recayendo en las mujeres. Entonces, también dijo: “Hay padres que le regalan a sus hijas una operación [para aumentar el tamaño de sus senos] por sus quince años, uno tiene que respetar eso, pero bueno, es un llamado para pensar un poquito más”.
“Miren lo lejos que el capitalismo va en la degeneración de lo que es tomado como saludable y de lo que es la belleza”, cierto, aunque contradictorio dado que el objeto de la conferencia de prensa era su encuentro con una Miss Mundo.
En marzo del año pasado Chávez criticó a las mujeres pobres que optaban por aumentar el tamaño de sus senos, y dijo: “Muchos doctores convencen a las mujeres de que si no tienen un pecho grande ellas deberían sentirse mal… es muy doloroso ver a mujeres que a veces no tienen dinero para el alquiler o para mejorar sus casitas, ni para sus hijos, ni para la ropa, y van buscando por ahí a ver cómo se pueden operar los senos”.
Chávez afirmó que entre las muchas cartas que él recibe, en una ocasión recibió una en la que se le pedía el financiamiento para unos implantes de silicón. “yo creo que son veinte mil o treinta mil bolívares (unos 4600 a 7000 dólares), para una operación de senos, yo tuve que rechazar el pedimento, por supuesto”,
Casi todas las modelos utilizadas por la publicidad venezolana, así como también las estrellas de telenovelas y las presentadoras de televisión, tienen senos prominentes. El diario El Tiempo reportó que la altamente rentable industria de la cirugía plástica logra realizar treinta mil operaciones de aumento de senos cada año en Venezuela.
En el 2010 un candidato por la oposición a la Asamblea Nacional llegó al colmo de ofrecer operaciones de este tipo en premios de rifas durante su campaña por la recaudación de fondos. De esto él dijo: “es inusual pero es como tener un teléfono o un televisor como premio de rifa… nosotros sabemos [que las operaciones de senos] tienen mucha demanda en el mercado, sabemos que hay… muchas mujeres que buscan una forma de arreglarse, de lucir mejor”. Chávez debería culpar a ese mercado, no a las mujeres que sucumben a la presión diaria de lo que ese mercado considera como una mujer con valor.
Aquí la norma es culpar a las mujeres por el sexismo; se dice, si ellas son tratadas como objetos es porque se visten de manera provocativa. Si los hombres les gritan piropos vulgares sobre su cuerpo (cosa a la que están propensos todo el tiempo), es por culpa de las mujeres por vestirse así, o sólo por el simple hecho de caminar en la calle. Y si viven en un entorno de violencia doméstica es comúnmente su culpa por no irse.
Tal falta de consciencia explica el porqué, por ejemplo, el gobernador de Mérida, un gobernador del Psuv, no tuvo problemas en organizar un mercadillo socialista de ventas navideñas, en el cual los juguetes ocupaban el primer y el segundo piso. Allí se encontraban las muñecas y las barbies para las niñas en el primero, y en el segundo nivel de la tienda se hallaban los carros y los camiones para los niños.
A fin de cuentas, el encuentro de Chávez con Sarcos resulta ser un asunto pequeño en comparación con todos los logros de esta revolución mágica, aun así, es problemático también porque el presidente es un modelo para los revolucionarios de este país y sigue estando en lo cierto al exclamar que no hay socialismo si no hay feminismo, pero un feminismo consistente.
Venezuela necesita de movimientos de mujeres activas y luchadoras que existan específicamente para profundizar el entendimiento de lo que significa el sexismo, tanto en los militantes revolucionarios como en la población en general, y para promover la lucha por los derechos de la mujer concretamente, no sólo como “mujeres guardianas de la revolución”.
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Venezuelanalysis.com.
Traducido por Frank Jose Arellano
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