Entrevista a Daniel Hernández editor y director de la Revista PoliÉtica, profesor e investigador de la
comunicación. Juan Lenzo/Jessica Pernia/ Óscar Valverde/TatuyTvc.
JL: ¿Tú crees que los medios privados en cuanto a su concepción del manejo de la comunicación como mercancía, tengan cabida dentro de ésta transición hacia el socialismo? ¿Crees tú que en una sociedad socialista deberíamos acabar con los medios privados, y construir una hegemonía de medios populares y medios de propiedad social?
DH: Mira el problema de la transición, tiene muchísimo que ver con el grado de conciencia de ésa sociedad, porque tenemos muchos ejemplos aquí pues. Hay muchas leyes, que aún con sus imprecisiones, expresan un interés del gobierno de abrir camino a la construcción del Socialismo, pero son leyes que en la práctica no se cumplen a veces, porque no han surgido del seno del pueblo como una necesidad. Nosotros tenemos una experiencia histórica perversa en ese sentido, lo digo refiriéndome al carácter fetichista que tienen las leyes. Pareciera ser que basta simplemente con establecer una ley y si esa ley no es consecuencia de las luchas, de los debates y de las confrontaciones, que las hacen leyes sentidas por el pueblo, necesitadas por el pueblo, practicadas por el pueblo, pues son letra muerta.
Entonces, el problema fundamental es: ¿En qué medida, el pueblo comprende la importancia del problema mediático, del problema de la comunicación humana, el problema de la comunicación mediática? Porque indudablemente no se trata de eliminarla, se trata simplemente, de clarificar su espacio en una sociedad y de ir hacia unas formas de comunicación humana, dijéramos: comunitaria, solidaria, responsable, críticas y dentro de ésa forma, medios de comunicación que igualmente expresen, una comunicación con esa calidad.
Entonces, el problema fundamental sería aquí, no si se decreta el asunto, el problema sería: ¿sí la sociedad, sí el pueblo, empoderándose en primer lugar de una concepción correcta, llegue a desarrollar un aparato de comunicación y unas formas de comunicación? Porque fíjense un problema central: nosotros hemos venido planteando, la necesidad por ejemplo de recuperar la palabra, es decir, la sociedad actual, es una sociedad cada vez más silente, los niños cada vez hablan menos, tienen un léxico más empobrecido y eso es debido a que los niños cada vez leen menos, juegan menos, porque pasan más tiempo detrás del televisor y un niño que se sienta a ver una pantalla, está inmovilizado y esa inmovilidad, además de generar un desarrollo precario, en el cerebro en la zona psicomotriz, genera dificultades en el aprendizaje, en el manejo del lenguaje, porque como señalaba Piaget en sus estudios: hay una fase egocéntrica del juego, que es a través del cual, el niño se apropia del sentido y significado de las palabras. Al no jugar, está obturando su posibilidad de usar la palabra, de conocer su sentido, pero todavía es más grave, está obturando también y aniquilando la posibilidad de imaginar, porque todo juego es imaginación, todo, todo: ¿cómo cumplo las normas? o ¿cómo violo las normas?
Y entonces esa cantidad de tiempo, que, en un estudio que hacíamos por allá, por el año 2000, establecía: que en promedio, el niño venezolano, está expuesto a la televisión siete horas diarias y que cuando se gradúa de bachiller, por aproximadamente diez y ocho mil horas de clase, ha asistido o ha visto treinta y ocho mil horas de televisión. Pues se comprende entonces, el enorme peso que tiene ese factor distorsionante. ¡Habría que volver a recuperar la comunicación!
Uno de los problemas centrales que tiene esta revolución, es que pareciera ser, que la revolución es “concreto y cabilla”, es decir, y no se comprende, en profundidad, que la revolución es en primer lugar un cambio en la conciencia, en el lenguaje, en los valores y en los lenguajes que expresan esos valores. Lo decíamos ayer en la reunión, no es igual decir: “te presento a mi mujer”, antecedido del adjetivo posesivo “mi”, que convierte a mi mujer, mi chaqueta, mi lapicero, en lo mismo; a decir “te presento la mujer que amo”, que la reivindica como otro distinto de mí y que define mi relación con ella. Entonces aquí tenemos un problema central: ¿cómo recuperamos la palabra? ¿Cómo recuperamos la comunicación?
En buena parte la crisis de pareja por ejemplo, pero la crisis general de la sociedad, tiene que ver con una ruptura de la comunicación que tiene muchísimo que ver, con el carácter cada vez más silente de una sociedad, que progresivamente se embrutece. Pues el tiempo que dedica a estar detrás de la pantalla y ustedes prendan un canal, cualquiera, de los ciento y pico de canales que se pasan, en esos soportes y todo es: violencia, sexo, chabacanería, egoísmo; es muy difícil, si no recuperamos la palabra y los encuentros de comunicación humana: que tengamos comunicación mediática, adecuada a los valores de la transición.
En definitiva: ¿qué tanto necesitamos del sector privado? y ¿Qué tanto necesitamos de la comunicación humana? Lo va a decir, el grado de conciencia del pueblo. Porque no deja de ser, de alguna manera sorprendente, que pese a que es motivado por las corporaciones y por el poder y por el imperialismo y por la oposición; haya sectores juveniles defendiendo a Radio Caracas, o a Globovisión, es un absurdo, que nos dice el grado de degradación de la vida humana en ésta sociedad, aún en ésta, donde de una u otra manera intentamos crear una alternativa al capital.
JL: Luis Brito García, dice una que dice algo así como: “hemos imitado los gestos de la hegemonía, sin poder alcanzarla” ¿Ese el caso de los medios comunitarios? ¿Qué ocurre con los medios comunitarios en Venezuela?
DH: Bueno fíjate, los medios comunitarios deberían ser una alternativa, como ellos mismos se califican. Tenemos un primer problema nacieron mal, nacieron con un pecado original. Nacieron dentro de esa confusión, de la que he hablado sobre el problema conceptual, que es clave en un proceso revolucionario. Fidel Castro, el Che, el Presidente Chávez, todo el mundo dice: una revolución, es una de las ideas; o hay revolución en las ideas, o hay revolución cultural o no hay revolución. Pero sucede como muchas de las consignas, igual otra que decía el Che y que se cita con mucha frecuencia: “no podemos construir el Socialismo, con las armas melladas del capitalismo”; pero seguimos haciendo lo mismo que hacía el capitalismo ¿y por qué se sigue haciendo lo mismo? Porque obviamente son las prácticas que preceden al sujeto social, es antecedido por unas prácticas sociales, por una práctica lingüística, por unos valores y la única manera de romper, en primer momento esas prácticas, esos valores, y esas visiones, está en el terreno de las ideas.
Una de las características de ésta Revolución es que: es precaria en términos de la lucha teórica, es decir, de hecho la lucha teórica es una lucha secundaria totalmente en el proceso revolucionario y eso dificulta mucho tener claridad para donde se va.
Entonces, hay unas emisoras que nacen, incluso con definiciones imprecisas: definiciones de carácter comunitario de servicio público, evidentemente que no son de servicio público, el servicio público implica otra concesión totalmente distinta; sin fines de lucro, pero sin ningún tipo de garantía de como funcionar, sin ningún tipo de atención política, sin ningún tipo de atención y de formación en el problema propiamente comunicacional; entonces han terminado reproduciendo el modelo burgués miserablemente, es decir, el pequeño: no aspiran a las grandes tajadas publicitarias, a las que aspiran los grandes medios, pero aspiran entonces a las tajada del bodeguero de la esquina, o a conectarse con alguna instancia política que le subrogue su existencia y que por consecuencia, limita su autonomía comunicacional.
Hemos venido haciendo un esfuerzo desde CONATEL en éste año, en éste último semestre particularmente, por relanzar las emisoras comunitarias, a partir de un enfoque, que establezca una ruptura radical de esa visión mediática burguesa. Eso implica: en primer lugar, convertir las emisoras en centros políticos, pues no se puede hacer comunicación en términos revolucionarios, sino se comprende políticamente la coyuntura, la situación global, internacional, la crisis del imperialismo, etcétera, etcétera. Tampoco se puede hacer Comunicación Revolucionaria, sino se entiende el problema de la comunicación, y no se establece con claridad cuáles son las rupturas; no se puede hacer Comunicación Revolucionaria, sin tampoco un marco jurídico que apuntale ese proceso, pero ese marco jurídico tendría que surgir y volvemos atrás: de las propias luchas del movimiento comunicacional, en función de sus objetivos supremos, no en función de cómo garantizo que me entren unos ingresos, en primer lugar.
Obviamente hay que discutir el problema de la subsistencia de esas emisoras, de ese sistema, pero ese no puede ser el primer aspecto, tiene que estar derivado de la función política.
Tenemos que hacer un esfuerzo también, por dotar a las emisoras de una plataforma tecnológica, por un uso de las tecnologías de información y comunicación, por ejemplo: es vital el uso de las redes sociales para el trabajo entre la juventud, porque la juventud en general no escucha radio. Los íconos de la revolución bolivariana, en términos culturales, no le dicen absolutamente nada a esa juventud, ni políticamente, ni culturalmente, ni históricamente, en ningún nivel; entonces ese también es un problema que hay que verlo desde el desarrollo de las tecnologías de información y comunicación y de cómo producimos en ese terreno.
Y hay que resolver un conjunto de problemas que están en el orden administrativo, logístico, pero que pasan por una reformulación radical del modelo; y por supuesto un marco jurídico que las transforme: de simple emisoras privadas, que es el modelo de fundaciones, a emisoras que desde el punto de vista estratégico, tiendan a ser voceras del poder popular, en definitiva, tiendan a ser ellas una representación del poder popular, y esto implica una gran transformación: migrar de emisoras aisladas, sin ningún tipo de incidencia política, en términos globales digo, hay experiencias muy importantes, y de hecho nos hemos planteado el proceso de la reestructuración, a partir de los propios aportes de las emisoras, es decir, hay un reconocimiento de eso, de muchos poetas y soñadores, que se han convertido en orfebres de la palabra, trabajando con las uñas. Está bien, pero esa no es la tendencia dominante. La tendencia dominante está en el orden de: ¿cómo hacemos un negocio finalmente y cómo sobrevivimos ¿Ilegítimo? ¡No! Todo el mundo tiene que sobrevivir ¿incorrecto? ¡Sí! Desde el punto de vista del tipo de comunicación y el tipo de papel que están llamados a cumplir las emisoras, en el contexto de éste proceso de transformación.
Entonces, es muy importante que podamos organizar un plan, que las emisoras conviertan en un movimiento, pero sobre todo, que adquieran claridad teórica, y política e ideológica; que eleven su compromiso y la única manera de avanzar en esa dirección, es que se articulen orgánicamente como expresión del pueblo. Del resto no dejarán de ser una aventura marginal, sin mayor posibilidad de incidir.
Entonces yo creo que, como todos los sectores del pueblo venezolano, las conquistas están en la lucha. Hasta ahora la revolución se ha dedicado fundamentalmente, a pagar una vieja deuda social. En el pago de esa vieja deuda social, legítima, necesaria, se ha agotado y es lo que de alguna manera viene mostrando la coyuntura política, porque no es posible resolver las necesidades, me explico: el que no tiene transporte, se conformaría con tener buen transporte, o, con adquirir un Volkswagen, pero al tener el Volkswagen, quiere tener un Toyota, y al tener el Toyota, quiere tener una avioneta y finalmente quisiera tener un transbordador que lo lleve al espacio. Eso no es porque sea una perversión del sujeto, es decir, más allá de cómo eso es distorsionado por el aparato de publicidad, porque el capitalista gana, en la medida de que vende sus mercancías; tiene que ver también con el deseo humano, es decir, el hombre y la mujer siempre desean por naturaleza constitutiva de humanidad, lo que no tienen, y el deseo ha sido, (no entendido en el sentido meramente erótico, sino entendido en el sentido global) una palanca de desarrollo en el sujeto humano. Hay que darle una direccionalidad a eso ¿verdad?
Entonces necesitamos entrar en una fase, donde los problemas de solucionar la deuda social, estén soportados en una forma distinta de resolver los problemas, es decir, yo no estoy diciendo, porque a veces cuando uno plantea estas cosas, alguna gente con sarcasmo, dice: “sí, vamos a vivir con ideología”; no yo no digo eso, vamos a vivir con la solución de los problemas. Lo que es importante, es que la postura ideológica determina cómo se solucionan los problemas. Y te pongo un ejemplo muy sencillo: en Venezuela, el transporte colectivo terrestre, marítimo o aéreo, está hecho sobre chatarras; la flota aérea es un cementerio, el transporte colectivo es hecho de chatarras en cualquier lugar del país; el transporte marítimo, bueno, recientemente hubo que intervenir el ferri, allá en el puerto por lo menos de Oriente y son chatarras, ¿verdad? Pero no tenemos un sistema de transporte colectivo, que vaya más allá del metro en Caracas y de algunos metros. Se requiere un transporte colectivo. Entonces fíjese que resolver un problema colectivamente implica una postura ideológica distinta, en algunos momentos el propio gobierno ha promocionado, que usted tenga su propio carro, cómo si el problema fuese que cada quien tenga su carro.
Ahí tenemos una concepción muy complicada, que mientras no la superemos va a ser difícil; y las emisoras comunitarias juegan un papel, en la medida en que superen también su concepción egoísta, individualista y que vean las emisoras como una mediación política de la conciencia, para transformar la sociedad, no, en una posibilidad de resolver sus problemas particulares.
Juan Lenzo: Muchas gracias, de parte de la Televisora Comunitaria TatuyTvC, por concedernos la entrevista.
Daniel Hernández: Todo lo contrario, muchas gracias a ustedes y a su equipo.
DH: Mira el problema de la transición, tiene muchísimo que ver con el grado de conciencia de ésa sociedad, porque tenemos muchos ejemplos aquí pues. Hay muchas leyes, que aún con sus imprecisiones, expresan un interés del gobierno de abrir camino a la construcción del Socialismo, pero son leyes que en la práctica no se cumplen a veces, porque no han surgido del seno del pueblo como una necesidad. Nosotros tenemos una experiencia histórica perversa en ese sentido, lo digo refiriéndome al carácter fetichista que tienen las leyes. Pareciera ser que basta simplemente con establecer una ley y si esa ley no es consecuencia de las luchas, de los debates y de las confrontaciones, que las hacen leyes sentidas por el pueblo, necesitadas por el pueblo, practicadas por el pueblo, pues son letra muerta.
Entonces, el problema fundamental es: ¿En qué medida, el pueblo comprende la importancia del problema mediático, del problema de la comunicación humana, el problema de la comunicación mediática? Porque indudablemente no se trata de eliminarla, se trata simplemente, de clarificar su espacio en una sociedad y de ir hacia unas formas de comunicación humana, dijéramos: comunitaria, solidaria, responsable, críticas y dentro de ésa forma, medios de comunicación que igualmente expresen, una comunicación con esa calidad.
Entonces, el problema fundamental sería aquí, no si se decreta el asunto, el problema sería: ¿sí la sociedad, sí el pueblo, empoderándose en primer lugar de una concepción correcta, llegue a desarrollar un aparato de comunicación y unas formas de comunicación? Porque fíjense un problema central: nosotros hemos venido planteando, la necesidad por ejemplo de recuperar la palabra, es decir, la sociedad actual, es una sociedad cada vez más silente, los niños cada vez hablan menos, tienen un léxico más empobrecido y eso es debido a que los niños cada vez leen menos, juegan menos, porque pasan más tiempo detrás del televisor y un niño que se sienta a ver una pantalla, está inmovilizado y esa inmovilidad, además de generar un desarrollo precario, en el cerebro en la zona psicomotriz, genera dificultades en el aprendizaje, en el manejo del lenguaje, porque como señalaba Piaget en sus estudios: hay una fase egocéntrica del juego, que es a través del cual, el niño se apropia del sentido y significado de las palabras. Al no jugar, está obturando su posibilidad de usar la palabra, de conocer su sentido, pero todavía es más grave, está obturando también y aniquilando la posibilidad de imaginar, porque todo juego es imaginación, todo, todo: ¿cómo cumplo las normas? o ¿cómo violo las normas?
Y entonces esa cantidad de tiempo, que, en un estudio que hacíamos por allá, por el año 2000, establecía: que en promedio, el niño venezolano, está expuesto a la televisión siete horas diarias y que cuando se gradúa de bachiller, por aproximadamente diez y ocho mil horas de clase, ha asistido o ha visto treinta y ocho mil horas de televisión. Pues se comprende entonces, el enorme peso que tiene ese factor distorsionante. ¡Habría que volver a recuperar la comunicación!
Uno de los problemas centrales que tiene esta revolución, es que pareciera ser, que la revolución es “concreto y cabilla”, es decir, y no se comprende, en profundidad, que la revolución es en primer lugar un cambio en la conciencia, en el lenguaje, en los valores y en los lenguajes que expresan esos valores. Lo decíamos ayer en la reunión, no es igual decir: “te presento a mi mujer”, antecedido del adjetivo posesivo “mi”, que convierte a mi mujer, mi chaqueta, mi lapicero, en lo mismo; a decir “te presento la mujer que amo”, que la reivindica como otro distinto de mí y que define mi relación con ella. Entonces aquí tenemos un problema central: ¿cómo recuperamos la palabra? ¿Cómo recuperamos la comunicación?
En buena parte la crisis de pareja por ejemplo, pero la crisis general de la sociedad, tiene que ver con una ruptura de la comunicación que tiene muchísimo que ver, con el carácter cada vez más silente de una sociedad, que progresivamente se embrutece. Pues el tiempo que dedica a estar detrás de la pantalla y ustedes prendan un canal, cualquiera, de los ciento y pico de canales que se pasan, en esos soportes y todo es: violencia, sexo, chabacanería, egoísmo; es muy difícil, si no recuperamos la palabra y los encuentros de comunicación humana: que tengamos comunicación mediática, adecuada a los valores de la transición.
En definitiva: ¿qué tanto necesitamos del sector privado? y ¿Qué tanto necesitamos de la comunicación humana? Lo va a decir, el grado de conciencia del pueblo. Porque no deja de ser, de alguna manera sorprendente, que pese a que es motivado por las corporaciones y por el poder y por el imperialismo y por la oposición; haya sectores juveniles defendiendo a Radio Caracas, o a Globovisión, es un absurdo, que nos dice el grado de degradación de la vida humana en ésta sociedad, aún en ésta, donde de una u otra manera intentamos crear una alternativa al capital.
JL: Luis Brito García, dice una que dice algo así como: “hemos imitado los gestos de la hegemonía, sin poder alcanzarla” ¿Ese el caso de los medios comunitarios? ¿Qué ocurre con los medios comunitarios en Venezuela?
DH: Bueno fíjate, los medios comunitarios deberían ser una alternativa, como ellos mismos se califican. Tenemos un primer problema nacieron mal, nacieron con un pecado original. Nacieron dentro de esa confusión, de la que he hablado sobre el problema conceptual, que es clave en un proceso revolucionario. Fidel Castro, el Che, el Presidente Chávez, todo el mundo dice: una revolución, es una de las ideas; o hay revolución en las ideas, o hay revolución cultural o no hay revolución. Pero sucede como muchas de las consignas, igual otra que decía el Che y que se cita con mucha frecuencia: “no podemos construir el Socialismo, con las armas melladas del capitalismo”; pero seguimos haciendo lo mismo que hacía el capitalismo ¿y por qué se sigue haciendo lo mismo? Porque obviamente son las prácticas que preceden al sujeto social, es antecedido por unas prácticas sociales, por una práctica lingüística, por unos valores y la única manera de romper, en primer momento esas prácticas, esos valores, y esas visiones, está en el terreno de las ideas.
Una de las características de ésta Revolución es que: es precaria en términos de la lucha teórica, es decir, de hecho la lucha teórica es una lucha secundaria totalmente en el proceso revolucionario y eso dificulta mucho tener claridad para donde se va.
Entonces, hay unas emisoras que nacen, incluso con definiciones imprecisas: definiciones de carácter comunitario de servicio público, evidentemente que no son de servicio público, el servicio público implica otra concesión totalmente distinta; sin fines de lucro, pero sin ningún tipo de garantía de como funcionar, sin ningún tipo de atención política, sin ningún tipo de atención y de formación en el problema propiamente comunicacional; entonces han terminado reproduciendo el modelo burgués miserablemente, es decir, el pequeño: no aspiran a las grandes tajadas publicitarias, a las que aspiran los grandes medios, pero aspiran entonces a las tajada del bodeguero de la esquina, o a conectarse con alguna instancia política que le subrogue su existencia y que por consecuencia, limita su autonomía comunicacional.
Hemos venido haciendo un esfuerzo desde CONATEL en éste año, en éste último semestre particularmente, por relanzar las emisoras comunitarias, a partir de un enfoque, que establezca una ruptura radical de esa visión mediática burguesa. Eso implica: en primer lugar, convertir las emisoras en centros políticos, pues no se puede hacer comunicación en términos revolucionarios, sino se comprende políticamente la coyuntura, la situación global, internacional, la crisis del imperialismo, etcétera, etcétera. Tampoco se puede hacer Comunicación Revolucionaria, sino se entiende el problema de la comunicación, y no se establece con claridad cuáles son las rupturas; no se puede hacer Comunicación Revolucionaria, sin tampoco un marco jurídico que apuntale ese proceso, pero ese marco jurídico tendría que surgir y volvemos atrás: de las propias luchas del movimiento comunicacional, en función de sus objetivos supremos, no en función de cómo garantizo que me entren unos ingresos, en primer lugar.
Obviamente hay que discutir el problema de la subsistencia de esas emisoras, de ese sistema, pero ese no puede ser el primer aspecto, tiene que estar derivado de la función política.
Tenemos que hacer un esfuerzo también, por dotar a las emisoras de una plataforma tecnológica, por un uso de las tecnologías de información y comunicación, por ejemplo: es vital el uso de las redes sociales para el trabajo entre la juventud, porque la juventud en general no escucha radio. Los íconos de la revolución bolivariana, en términos culturales, no le dicen absolutamente nada a esa juventud, ni políticamente, ni culturalmente, ni históricamente, en ningún nivel; entonces ese también es un problema que hay que verlo desde el desarrollo de las tecnologías de información y comunicación y de cómo producimos en ese terreno.
Y hay que resolver un conjunto de problemas que están en el orden administrativo, logístico, pero que pasan por una reformulación radical del modelo; y por supuesto un marco jurídico que las transforme: de simple emisoras privadas, que es el modelo de fundaciones, a emisoras que desde el punto de vista estratégico, tiendan a ser voceras del poder popular, en definitiva, tiendan a ser ellas una representación del poder popular, y esto implica una gran transformación: migrar de emisoras aisladas, sin ningún tipo de incidencia política, en términos globales digo, hay experiencias muy importantes, y de hecho nos hemos planteado el proceso de la reestructuración, a partir de los propios aportes de las emisoras, es decir, hay un reconocimiento de eso, de muchos poetas y soñadores, que se han convertido en orfebres de la palabra, trabajando con las uñas. Está bien, pero esa no es la tendencia dominante. La tendencia dominante está en el orden de: ¿cómo hacemos un negocio finalmente y cómo sobrevivimos ¿Ilegítimo? ¡No! Todo el mundo tiene que sobrevivir ¿incorrecto? ¡Sí! Desde el punto de vista del tipo de comunicación y el tipo de papel que están llamados a cumplir las emisoras, en el contexto de éste proceso de transformación.
Entonces, es muy importante que podamos organizar un plan, que las emisoras conviertan en un movimiento, pero sobre todo, que adquieran claridad teórica, y política e ideológica; que eleven su compromiso y la única manera de avanzar en esa dirección, es que se articulen orgánicamente como expresión del pueblo. Del resto no dejarán de ser una aventura marginal, sin mayor posibilidad de incidir.
Entonces yo creo que, como todos los sectores del pueblo venezolano, las conquistas están en la lucha. Hasta ahora la revolución se ha dedicado fundamentalmente, a pagar una vieja deuda social. En el pago de esa vieja deuda social, legítima, necesaria, se ha agotado y es lo que de alguna manera viene mostrando la coyuntura política, porque no es posible resolver las necesidades, me explico: el que no tiene transporte, se conformaría con tener buen transporte, o, con adquirir un Volkswagen, pero al tener el Volkswagen, quiere tener un Toyota, y al tener el Toyota, quiere tener una avioneta y finalmente quisiera tener un transbordador que lo lleve al espacio. Eso no es porque sea una perversión del sujeto, es decir, más allá de cómo eso es distorsionado por el aparato de publicidad, porque el capitalista gana, en la medida de que vende sus mercancías; tiene que ver también con el deseo humano, es decir, el hombre y la mujer siempre desean por naturaleza constitutiva de humanidad, lo que no tienen, y el deseo ha sido, (no entendido en el sentido meramente erótico, sino entendido en el sentido global) una palanca de desarrollo en el sujeto humano. Hay que darle una direccionalidad a eso ¿verdad?
Entonces necesitamos entrar en una fase, donde los problemas de solucionar la deuda social, estén soportados en una forma distinta de resolver los problemas, es decir, yo no estoy diciendo, porque a veces cuando uno plantea estas cosas, alguna gente con sarcasmo, dice: “sí, vamos a vivir con ideología”; no yo no digo eso, vamos a vivir con la solución de los problemas. Lo que es importante, es que la postura ideológica determina cómo se solucionan los problemas. Y te pongo un ejemplo muy sencillo: en Venezuela, el transporte colectivo terrestre, marítimo o aéreo, está hecho sobre chatarras; la flota aérea es un cementerio, el transporte colectivo es hecho de chatarras en cualquier lugar del país; el transporte marítimo, bueno, recientemente hubo que intervenir el ferri, allá en el puerto por lo menos de Oriente y son chatarras, ¿verdad? Pero no tenemos un sistema de transporte colectivo, que vaya más allá del metro en Caracas y de algunos metros. Se requiere un transporte colectivo. Entonces fíjese que resolver un problema colectivamente implica una postura ideológica distinta, en algunos momentos el propio gobierno ha promocionado, que usted tenga su propio carro, cómo si el problema fuese que cada quien tenga su carro.
Ahí tenemos una concepción muy complicada, que mientras no la superemos va a ser difícil; y las emisoras comunitarias juegan un papel, en la medida en que superen también su concepción egoísta, individualista y que vean las emisoras como una mediación política de la conciencia, para transformar la sociedad, no, en una posibilidad de resolver sus problemas particulares.
Juan Lenzo: Muchas gracias, de parte de la Televisora Comunitaria TatuyTvC, por concedernos la entrevista.
Daniel Hernández: Todo lo contrario, muchas gracias a ustedes y a su equipo.
Nota de Interés: La I Parte de esta entrevista fue publicada el 14 de Diciembre 2011, acá enlace para su revisión http://tatuytelevision.blogspot.com/2011/12/entrevista-daniel-hernandez-editor-y.html
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