Escribimos este Grano desde la emoción. Ese es el primer elemento del nuevo cuadro. Es desde la pasión que se construyen las grandes obras de los pueblos. Ese amor, esa pasión por Bolívar, fue el huracán que hizo posible la Independencia. Ese calor humano que sólo despiertan las grandes hazañas y los hombres que las encarnan se manifiesta una vez más con el regreso de Chávez.
El retorno de Chávez cambia el paisaje político que la derecha intentaba instaurar: se frustran, por ahora, los planes de restauración. La Revolución y el liderazgo de Chávez se arraigan aún más en el sentimiento del pueblo humilde, esto es muy importante, crean condiciones magníficas para el gran salto indispensable para la consolidación definitiva.
En medio de la euforia surge la pregunta necesaria para que el triunfo no se difumine:
¿Qué hacer?
No debemos caer en triunfalismo, en medio de la euforia el bando que más reflexione, el campo que planifique el futuro, ese será el victorioso a la larga. No debemos olvidar que el imperio no duerme en su voracidad.
Debemos, es imprescindible, fundamental, afinar la teoría, nunca olvidar que una Revolución no puede ir más lejos que la teoría, la ideología que la sustente. La teoría, la ideología es la fuente de todo triunfo y de toda derrota.
Las ideologías distraccionistas, que tanto daño han hecho a la marcha revolucionaria, ya han demostrado su fracaso: con ellas no es posible integrar a la sociedad, darle consistencia estratégica al sentimiento.
Es necesario consolidar una organización social y política que sustente la construcción socialista, que forme un tejido nacional que comience en los capilares más finos y termine en el alto gobierno, en el líder.
Es así, entramos en una etapa de reorganización en todos los campos. Estamos muy contentos, razones hay, Chávez nos da muestra de gran fortaleza, de profundas reflexiones en su “Reposo fecundo.”
¡Con Chávez más resteaos que nunca!
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