11 jul. 2011

A propósito del asesinato de Facundo Cabral. Por Edgar Gutièrrez

El problema no es que el tiempo sentencie extravío cuando
hay juventudes soñando desvíos.
El problema no es darle un hacha al dolor y hacer leña con todo y la palma.
El problema vital es el alma, El problema es de resurrección,
El problema señor, será siempresembrar amor.
S.R.


Desgraciadamente, apenas ahora notamos que Guatemala, aun, existe.

En los últimos dos meses murieron en Guatemala, de forma violenta, alrededor de quinientas personas. Sabemos el nombre de uno de ellos: Facundo Cabral. De los otros 499 ni siquiera en Internet pude averiguar nada.

No voy a emitir juicios sobre Cabral, no voy hablar de mis acuerdos o desacuerdos ideológicos con él. Eso en este momento no importa. El problema no es si me gustaba o no su canto, el problema no es su postura política, el problema no es, ni siquiera, su muerte.

El problema señores, como dice otro cantor no es otro que la vida, toda la vida, hasta la de los asesinos y los torturadores. Mucha gente (algunos muy materialistas ellos) critican la canción de Silvio, la ven muy religiosa, piensan que ese “Señor” del que se habla ahí es algún dios (un dios de algún tipo). En ningún momento les pasa por la cabeza la posibilidad de que esa canción esté dirigida a todos y que ese “Señor” sea uno mismo.

Por ello repito, nos guste o no, el problema no es la muerte de Cabral, el problema es que somos demasiado hipócritas y que todavía nos duele solo lo que nos interesa o lo que nos conviene. No niego el derecho a que nos duela Facundo. No, coño, me refiero es a que no nos enteramos o no nos interesan los otros 499. Y ello ocurre porque como le pasaba a John Parker Dimitrinsky, un perro que tenía Facundo hace muuuchos años, somos ciegos, yo, tú y los demás también.

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