Con motivo de su cumpleaños
mucho se ha escrito y hablado de Fidel, son ochenta y seis años que la historia
analiza con los lentes del afecto y del asombro.
Fidel volvió al camino con su
adarga al brazo, tal como corresponde a los grandes de la humanidad. Ahora está
en el centro de la política internacional, alerta conflictos nucleares y avisa
la hecatombe ecológica, pide Libertad para los Cinco, da entrevistas, manda
mensajes a Obama. Su vida es una cátedra de Revolución que debe ser estudiada
por todos. Veamos algunas enseñanzas de Fidel.
Una, es la audacia teórica y
práctica. El asalto al Moncada es una lección de la capacidad de riesgo que
debe acompañar a un revolucionario. No hay posibilidad revolucionaria sin
riesgos. Se puede decir que toda revolución está precedida por acciones
riesgosas, cruciales, definitorias.
Lenin dio muestra de esta
capacidad cuando se traslada al escenario de la Revolución en el “tren
sellado”, y al llegar a la Rusia insurrecta derrota las pretensiones de avanzar
sólo hasta lo permitido por el sistema burgués, y corrió la hermosa aventura de
construir un mundo nuevo, hacer que la Humanidad vuele por terrenos de
esperanza.
El 4 de febrero fue un asalto a
las convenciones que ataban a Venezuela al pacto de punto fijo. La audacia, el
desprendimiento, el riesgo de aquellas horas, aún hacen vibrar a los corazones
de los honestos, y nunca serán perdonados por los mezquinos que vieron alterada
su cómoda sumisión.
El Cuartel Moncada fue, en
ideas del Che escritas en el campo de batalla, “un asalto a la oligarquía y a
los dogmas que aplastaban la posibilidad revolucionaria en los países sin
desarrollo del proletariado”. Aquel dogma que dictaba la necesidad de bloques
dirigidos por unas supuestas burguesías nacionales, fue sustituido por un
dogma, una definición fresca y revolucionaria: “El deber de los Revolucionarios
es hacer la Revolución”.
Y este nuevo dogma es la
segunda enseñanza de Fidel: siempre el revolucionario debe intentar hacer la
Revolución. Las condiciones para hacer la Revolución surgen del intento
revolucionario. Aquellos que se sienten en la puerta de su casa a esperar las
condiciones no tienen una actitud revolucionaria.
La tercera enseñanza nos la da
Fidel en el ejercicio del poder. Allí la Revolución Cubana nos da lecciones
importantes: Los cambios materiales, en las relaciones de producción fueron
dirigidos a apuntalar el espíritu social que con los barbudos bajó de la
Sierra.
Hoy se discute, después de
cincuenta años, lo acertado de las socializaciones de la Revolución Cubana.
Algunos dirigentes creen que se equivocaron generalizándolas, nosotros, con el
respeto debido a la trayectoria, creemos que esa política fue acertada: así se
consiguió el impacto que permitió el cambio indispensable de conciencia
La cuarta enseñanza de Fidel,
se resume en la actitud rebelde, irreverente de ese pueblo capaz de rescatar a
Elián, entender carencias, de pararse firme frente al monstruo del norte en la
crisis de los misiles.
¡Fidel y Chávez son Socialismo!
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