Algunos dicen de Zobeyda que
está loca pero que hermosa la locura de
Zobeyda cuando nos vio amando a la patria
construyó una muñeca que se llama
patria para amar nuestra locura
Alí Primera.
está loca pero que hermosa la locura de
Zobeyda cuando nos vio amando a la patria
construyó una muñeca que se llama
patria para amar nuestra locura
Alí Primera.
Zobeyda,
la muñequera, vivió mucho, sobre todo porque supo vivir. Pero ella
siempre decía que sólo tenía siete años, ayer, cuando se fue, los
cumplía otra vez, pues hasta tuvo el acierto de nacer un día de la
candelaria. . Y saben, era cierto, pues siempre fue una niña
maravillosa. Nació en Píritu, un pueblito situado en el corazón de
Portuguesa, también un pueblito chiquito, como de siete años. Caliente, a
veces polvoriento, pero siempre verde. Especialmente en los jardines de
la casita de Zobeyda, bueno en realidad estos eran multicolores, se
notaba que alguien los amaba.
Ella hizo muchas cosas. Pero sobre todo hizo muñecas. Hizo muchas y muchas muñecas. Eran tan especiales, esas muñecas, que tenían vida. Por eso fue que la vida arreglo todo, y no por azar, para que un día Aquiles y Zobeida se conocieran y hablaran de muñecas. Ese par de locos hermosos sabían exactamente de que estaban hablando.
Recuerdo cuando Alí hablaba de Zobeyda y las ganas que todos teníamos de conocerla, y recuerdo el día, creo que fue como en Marzo, cuando en un encuentro en Guanare, al fin la conocí. Era increíble que toda esa locura y todo ese amor cupieran en aquella pequeña mujer. Era subversiva por naturaleza, ella decía que lo llevaba en su sangre y decía también que por eso sus muñecas eran así, porque por su sangre, la de las muñecas, corría también la sangre de su padre. Y mientras decía eso, Eusebia, su compañera más querida, sonreía…
Siempre ame las muñecas de trapo, ¿y quien no?, cuando niño, gracias a mi hermano conocí las muñecas de Aquiles y quizá ahí fue que comenzó esa manía de uno de acumular recuerdos… Luego muchos de esos recuerdos se han hecho vida, unas veces en la canción de Ali, otras en el polvo de los caminos y también en la risa franca de Zobeyda. Nunca me atreví ha darle vida a una de esas muñecas con mis propias manos. A lo mejor un día de estos lo haga.
Ahora sólo recuerdo. Ahora recuerdo dolor y recuerdo alegría. Dolor, porque hace mucho que no veía a Zobeyda, que no la oía reír a ella y Eusebia, hace más de siete años, toda una vida. Alegría porque entre las cosas que recuerdo es por que un día y para demostrar que ambos estábamos locos, junto a otros compas tan locos como nosotros volamos papagayos a la media noche. Y saben, para eso sirven los recuerdos, porque… palo dado ni dios lo quita…
(Los invito, por favor, a escucha la canción de Alí: Zobeyda la muñequera, -no la conseguí en la red- es que a través de esas notas la van a conocer un poquito, y también a que lean un hermoso trabajo de Gonzalo Fragui publicado hace algunos años que afortunadamente el compa publicó esta mañana en Aporrea: http://www.aporrea.org/actualidad/a137889.html y si pueden miren un rato el libro de Aquiles sobre la vida privada de las muñecas de trapo, hay un videíto publicado por el IPASME de ahora:
http://www.youtube.com/watch?v=HWGfaYjAlNI
(Vean todo eso y entenderán porque, siempre, digo que la vida es mucho
más, coño tiene que ser mucho más, que simples relaciones de producción).
1 comentario:
Que agradable detalle, que sentimiento tan indiscutible.
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