16 feb. 2012

¿Cuánto sacaron?. Por Edgar Gutiérrez


 
No se, pero siento que la discusión, otra vez, se fue por el lado que no es. 

Por ejemplo ayer oí a un cámara en televisión decir que las elecciones (en general) se comportan de manera “normal”,  es decir, se comportan según un cierto modelo estadístico. Eso quiere decir que la gente no vota según su conciencia sino como lo ordena una cierta campana de Gauss. (Disculpen, no voy a discutir aquí la validez de la estadística, pero lo que si creo es que una sociedad formada por individuos conscientes, intersubjetiva, es muy difícil que quepa dentro de una campana, por muy científica y “normal” que sea esta) 

De eso me había dado cuenta hace mucho tiempo. Una vez, cuando las elecciones para el primer desmadre de gobierno de Carlos Andrés, estaba oyendo un escrutinio en la escuela donde me tocaba votar y cuando salió mi voto (sé que era el mio porque fue el único por el grupo por el que yo voté) Recuerdo que los escrutadores (disculpen, no es una grosería aunque parezca) se rieron mucho, porque: ¿qué es eso? ¿de donde salió ese partido?  Y alguien se refirió a la estadística y lo poco “significativo” de mi voto. Yo meditaba después sobre el significado real de una elección en una “democracia” No porque mi voto fuera único (coño, no digo especial sólo digo que era uno solo) sino porque todos sabemos que el voto individual de una persona, no importa su calidad o condición, no significa nada, apenas comienza a significar algo cuando se hace mayoría, es decir cuando se hace hegemónico, porque supuestamente, entonces,  representa un consenso de una mayoría del pueblo (y se supone que el pueblo es el único poseedor del poder). Por eso los votos, que se supone que los genera la conciencia, se compran y se venden, como cualquier otra mercancía y esa compra-venta se hace habitualmente y de muy distintas formas y maneras. 

Y para acabarla de poner, el elegido después de que asume el cargo, recuerden que estoy hablando de la “democracia”, deja de representar al que lo eligió y sencillamente lo sustituye.
Y la cosa es peor aún. Por ejemplo en USA no gana la presidencia (lo pongo con minúscula por la sencilla razón de que el presidente de USA no manda ni en su casa) el que saque más votos, sino el que reúna más dinero. Y durante la campaña se va contando cuanto ha logrado reunir este o aquel para medir sus posibilidades de llegar a la Casa Blanca. Y desgraciadamente eso no pasa nada más en USA.

No nos caigamos a embustes. Únicamente, el día que en nuestra patria la gente deje de votar (botar) por intereses y ejerza el poder desde la conciencia entonces dejaremos de tener una “democracia” y tendremos democracia. El día que el artículo 5 de nuestra Constitución que dice sin equívocos que el poder reside intransferiblemente en el pueblo quien lo ejerce directamente participando e indirectamente votando se cumpla a cabalidad, el problema de la trampa electoral de la cultura “Ad-Co” habrá desaparecido y votar será un elemento significativo, pero no el único dentro de ese asunto de “hacer patria”.

Pensemos que durante mucho tiempo, muchísimo en realidad, se nos ha hecho pensar que “democracia” significa elecciones, es decir solo hay “democracia” si hay elecciones. Pero eso siempre significó, realmente, que la “democracia” existe sólo los 5 minutos que dura el acto de votación (y eso cuando dura tanto). Claro, para las personas que promueven una “democracia electoral” pensar que el pueblo pueda ejercer el poder de manera directa (sin la mediación de los poderes llamados “fácticos”) es impensable e inaceptable. Pero además es inimaginable, para ellos, formas de democracia directa donde el poder se ejerce desde el pueblo y no desde las elites económicas. Y por ello se monta el circo electoral, donde el pueblo no elije nada, apenas vota…

Mientras vivamos en una “democracia” dependiente de la farsa electoral, las elecciones serán el hecho fundamental que ahora son: el camino a través del cual (supuestamente) se llega al poder (camino que por cierto y lo sabemos, es inmensamente manipulable, y puede conducir a cualquier resultado y en cualquier momento, pues depende de los intereses de los que controlan los “poderes fácticos”).

El día en que vivamos en democracia, el poder estará siempre en su lugar originario, es decir en manos del pueblo, quien lo ejercerá de manera directa y entonces las elecciones serán, apenas,  otro acto cotidiano a través de las cuales el pueblo asignará funciones especificas a individuos específicos. Fíjense,  servirán para asignar funciones (transitorias y revocables), no para entregar (ni siquiera “delegar”) poder.

Todo lo demás es un simple problema de mercado, él cual es el verdadero poder en una de esas llamadas sociedades “democráticas”. 

Por ello, mientras el pueblo no tenga el ejercicio directo del poder ¿qué coño importan los números y las estadísticas y las campanas “normales” o anormales…? ¡Qué coño importa cuanto sacaron!

1 comentario:

Anónimo dijo...

Excelente analisis compita. Este analisis dista mucho de las sesudas y farsantes declaraciones de los voceros de la oposiciòn. Es medular empezar a comprender que es la democracia real y "democracia virtual" y como opera , como se aloja en todas partes. Preocupemonos por construir la revoluciòn compañeros y compañeras y no sigamos distraidos con la pantomima mediatica de la oposicion. A construir la revolucion, carajo!