Hace
75 años moría el pensador comunista Antonio Gramsci como consecuencia de un
largo encarcelamiento en las mazmorras fascistas.
[Las
ediciones de La Fabrique publican hoy una antología de los Cuadernos de
prisión; escritos posteriores a su encarcelamiento en 1926. Los textos elegidos
y presentados por Razig Keucheyan pretenden hacer comprender la actualidad del
pensamiento de Gramsci, demasiado a menudo reducido a algunos conceptos clave.]
¿Por
qué hay que leer a Gramsci hoy?
Gramsci
quiere a la vez ser fiel a la revolución rusa -es un admirador de Lenín- pero
ha comprendido también que permanecerle fiel implica cambiar la forma de hacer
las revoluciones, de transformar el “software” revolucionario, en particular en
Europa Occidental. Esto supone, por retomar su vocabulario, pasar de la “guerra
de movimientos” a la “guerra de posiciones”. La revolución rusa se efectuó en
condiciones muy particulares, condiciones en las que el estado zarista
concentraba lo esencial del poder, y donde la sociedad civil, como dice
Gramsci, era “primitiva” y “sin forma”. En un caso así, si se coge el poder del
estado, se controla lo esencial del poder total.
En
los países de Europa occidental, en cambio, el estado es poderoso, pero además
de él existe una sociedad civil “densa” y “robusta”, tanto que hacer la
revolución supone también preguntarse como se va a establecer un control sobre
la sociedad civil. Y es ahí donde se complica el asunto... La famosa teoría de
la “hegemonía” de Gramsci, cuya paternidad él atribuye a Lenín, encuentra su
fuente en este espinoso problema de estrategia revolucionaria. Todas las
cuestiones que Gramsci plantea en sus Cuadernos de prisión (redactados entre
1929 y 1935 cuando pasa los diez últimos años de su vida en las prisiones de
Mussolini) encuentran, por otra parte, su origen en problemas estratégicos.
La
razón por la que hay que leer a Gramsci hoy es que, como él, estamos
confrontados al problema de la adaptación de la estrategia revolucionaria a
condiciones nuevas, que ni Lenín ni él habían previsto. Permanecer fiel a
Octubre de 1917 supone hoy en este sentido un doble movimiento de estudio serio
de la tradición revolucionaria pasada -Lenín, Gramsci, pero también muchos
otros- y de innovación teórica y estratégica...
¿Por
qué la izquierda o sus intelectuales en Francia no han reivindicado jamás la
herencia de este marxista?
En
los años 1960 y 1970, Francia produjo un grupo muy importante de intérpretes de
Gramsci: André Tosel, Jacques Texier, Christine Buci-Glucksmann, Jean-Marc
Piotte... La filósofa Christine Buci-Glucksmann es por ejemplo, la autora de
uno de los mejores libros jamás escritos sobre Gramsci, titulado Gramsci y el
estado, publicado poco más o menos en el mismo momento -a mediados de los años
1970- que el libro de Perry Anderson sobre Gramsci, que tuvo una influencia
determinante sobre las interpretaciones de Gramsci en el mundo anglosajón.
Louis Althusser también dialogó de forma crítica con Gramsci, estando, por
ejemplo, su concepto de “aparatos ideológicos del estado” directamente
inspirado por él. Lo mismo ocurre con Nicos Poulantzas, cuyo trabajo se
redescubre hoy en Francia, cuya concepción del estado es típicamente
gramsciana.
En
los años 1970, Gramsci es reivindicado principalmente en Francia (y otras
partes de Europa continental) por la corriente “eurocomunista crítica o de
izquierdas”, una corriente de una extraordinaria actualidad, de la que
Poulantzas es quizás el mejor representante, y de la que yo personalmente me
siento muy cercano. Los representantes de la IV Internacional (la tradición de
la LCR en Francia, por resumir) leen poco a Gramsci, aunque Daniel Bensaid y
Antoine Artois le consagraran un texto interesante, publicado en Critique
Communiste en 1987, con ocasión del 50 aniversario de su muerte...
¿Qué
elementos del pensamiento de Gramsci nos permitirán reconstruir un proyecto
emancipador para el futuro?
Hay
numerosos. Por supuesto, hay que evitar toda relación fetichista con los
clásicos del marxismo. Es indispensable confrontarlos a otras tradiciones de
pensamiento, pasadas y presentes, y ser crítico respecto a lo que pueden tener
de más caducado. Por ejemplo, la teoría del partido de Gramsci comprende
elementos de una extraordinaria actualidad, pero está también elaborada en un
contexto de militarización -e incluso de fascistización- de la política, que no
es el nuestro.
Tres
temas gramscianos me parecen cruciales para el próximo período: la cuestión de
la hegemonía, y particularmente las dimensiones cultural e institucional de
esta última; la cuestión de la relación entre la teoría y la práctica o, dicho
de otra forma, la forma en que las organizaciones revolucionarias pueden
elaborar una comprensión común del mundo, condición de su acción eficaz; y en
fin, por supuesto, todo lo que tiene que ver con la estrategia revolucionaria,
es decir los medios para conseguir un socialismo en el siglo XXI...
Razmig
Keucheyan es profesor de sociología en la Universidad de París- Sorbona. Es
autor de Hémisphère gauche. Une cartographie des nouvelles pensées critiques
(Paris, Zone, 2010). Es miembro del comité de redacción de solidaritéS así como
del de la revista Contretemps en línea.
Entrevista
realizada para solidaritéS por Juan Tortosa
Traducción:
Alberto Nadal para VIENTO SUR
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