16 ago. 2011

Entrevista con Manu Chao. Por Víctor Hacha (*)


Cronista de tiempos difíciles, trovador errante perdido en el siglo, Manu Chao no necesita demasiadas presentaciones. La siguiente nota, inédita en castellano, fue realizada para L´Humanite de Francia por el compañero Víctor Hacha quien nos autorizó su reproducción en El Colectivo.

Rock, rumba, canción, reggae… A través de su repertorio con influencias muy variadas, tenemos la impresión que usted necesita siempre sacar de todas las culturas para sentirse vivo.
Mi universo tiene un lado patchwork que se parece un poco a mi vida. Nunca me quedo mucho tiempo en un país o en los mismos ambientes musicales. De momento, con mi grupo, Radio Bemba, somos un poco más rockeros. Mi último álbum, “Radiolina”, está impregnado por esa pregunta escrita en el librillo del Cd. “¿Y ahora qué? ",
“ ¿Ahora que hacemos? ". Es una pregunta que me hago cada día. Frente a la situación mundial, imaginar un cambio visible a largo plazo no parece evidente. Personalmente, prefiero vivir el día a día. El sistema cambia enloquecidamente y nos damos cuenta que si continuamos así vamos derecho al abismo. Todo está entrelazado, la política, el medio ambiente. Es sólo una historia de dinero. La ecología, es un problema económico, la política, la miseria de la gente, todo es económico.

¿En el curso de sus numerosos viajes, encontró un país que tome opciones políticas y económicas más interesantes que otras?
Tuve la posibilidad de viajar bastante. Jamás encontré un lugar donde la gente me dijera " todo está bien”. Pero hay un país que me impresionó y verdaderamente me interpela porque allí está pasando algo extraordinario, ese país es Venezuela. Un verdadero laboratorio. Allá, los changos de los barrios tienen esperanzas. Tienen una energía increíble, están llenos de proyectos. “¡Manu, vamos a hacer esto! " Siento mucho esto allá. Hace quince años dimos una serie de conciertos en Caracas con Mano Negra. Y son muchos los cambios. No quiero decir que ya no exista algo de aquella situación porque esto no se erradica en dos días, pero hay otra opción. La efervescencia de un país que está en movimiento. Hay, positivamente, cierta permisividad de las autoridades que es apasionante. Hay una confianza en los jóvenes. No soy chavista, pero tenemos la impresión de que, políticamente, es una revolución sin libro. No hay nada escrito, ninguna doctrina. Inventan el día a día. En Francia, la imagen que se tiene del personaje Hugo Chávez esconde lo que verdaderamente pasa en Venezuela. Esto está en ebullición. Cuando estamos allá, no tenemos ganas de irnos porque sentimos que ahí sucede algo. Irse es desinflarse. Es aquí dónde uno debería estar porque todo parece posible. Esta bocanada de optimismo de la juventud hace bien, aunque las desigualdades sociales no desaparecieron. Pero las barriadas más pobres tienen una confianza absoluta en lo que está pasando. Sino Chávez ya habría muerto políticamente. Es todo lo contrario a lo que sucede en Colombia. Los changos de Bogotá me lo dicen: " Manu, aquí, tratamos de hacer cosas, pero es duro. Tan pronto como intentamos levantar la cabeza recibimos un nuevo golpe. "

En una gira anterior, usted también había actuado a Cuba…
Hicimos Malecón. Me acuerdo de la Operación Milagro y los aviones que parten cada día, con doctores cubanos, de La Habana a Caracas. Van a las barriadas en donde se instalan a veces por más de tres años. Es magnífico ver esto. Si creyera en la reencarnación y si debiera vivir otra vida en América latina y sin dinero, preferiría nacer en Cuba antes que en otro país. Por supuesto que allí deben mejorar, el paraíso sobre la tierra no existe. Pero en Cuba hay algo que no vi en otros lados: esa miseria más obscena que es como una norma en los demás países de América latina. Las noticias que llegan aquí sobre Cuba y Venezuela están deformadas. Eso no es periodismo, sino manipulación. Mi padre es periodista, pero el tiene una ética. Chávez molesta pero no es como Cuba, porque tiene dinero proveniente del petróleo. Hablamos del derecho de expresión en Cuba, O.K., no es muy bueno. Pero hablemos del derecho de expresión en una democracia como Colombia. ¿Cual es la esperanza de vida de un tío que se vuelve sindicalista? Tres, cuatro años, y luego recibe una bala en la nuca. ¿Cuántos sindicalistas mataron en Colombia en diez años? Es incomparable con Cuba. Entonces, que dejen de decir que allí nadie tiene el derecho a expresarse y que en otros países democráticos de América latina eso es posible. No es justo decir esto. En Cuba, no matan a los niños de un balazo en la nuca. Yo no soy castrista ni chavista. Soy Manu. Pero aconsejo a todos los que van a América latina que visiten primero otros países antes de ir a Cuba, para verdaderamente poder comparar.

La Colifata en Buenos Aires es un proyecto en el que pone mucha energía en este momento.
La Colifata es una pequeña radio que se emite desde un hospital psiquiátrico y que nació hace una decena de años por iniciativa de internos y pacientes. Los conocí por CDs que me llegaban. Con ellos tuve como un flash porque lo que dicen en las emisiones es alegre, poético, de una lucidez extraordinaria. No hay maestros. Hablan de la política, del amor, de la muerte, de la guerra en Irak, de Dios. Hay una verdadera fuerza en el discurso de esta radio. Para mí, se hicieron unos maestros del pensamiento. Considero que esto es una verdadera militancia. Con Colifata, hace algunos años hicimos un CD alternativo que vendíamos en las calles de Barcelona y Buenos Aires. Los conocí a través de esto, después nos vimos nuevamente en el Foro de Porto Alegre, estuvimos en la radio en Argentina, hicimos conciertos. Y estamos finalizando un CD para ayudar al financiamiento de la radio.

En la última primavera usted hizo una gira larga por los Estados Unidos. ¿Cual es su mirada sobre este país?
Se diría que los estadounidenses viven en un mundo aparte. Es una sensación curiosa. Desde hace cuatro, cinco años y hasta con Mano Negra, jamás fuimos muy amables con los Estados Unidos. Para mí, con la guerra, era un buen momento para ir a este país. En nuestros conciertos, decíamos que no se podía combatir la violencia con la violencia. La solución, no es el ejército, es la educación, el trabajo, es abrir las puertas. Hicimos conciertos, cada uno con 10 000 personas y un 80 % de hispanos. La comunidad verdaderamente nos ayudó.

Allí pronto tendrán una elección presidencial. ¿Percibió un sentimiento antiBush en el momento de sus conciertos?
Por parte de la gente que vino a vernos fue evidente. Hablábamos de la situación cada tarde. Se ponía más interesante en los festivales donde no éramos muy conocidos. Recuerdo cuando tocamos antes de Rage Against the Machine donde el público era mucho más anglosajón. Yo les decía a los periodistas: " di mi opinión a Bush, por todas partes y tuve la aprobación de todos”. Tengo la impresión de que no se dan cuenta del mal que hacen ni de la mala prensa que tienen en el exterior. No hay una televisión que no sea americana. No hay apertura sobre el mundo. Cuando se llega en un hotel, no se puede abrir una única ventana. Estados Unidos es un país cerrado sobre sí mismo.

Usted anda a menudo de paso por Francia. ¿Cómo ve al actual Gobierno?
Solo puedo dar una opinión de extranjero. Hay un lado berlusconiano. Cuando Berlusconi llegó al poder en Italia, eso me pareció peligroso porque iba a crear un precedente en Europa. Un poco de política bananera. Como alguien que maneja los medios de comunicación puede ganar elecciones. Eso crea antecedentes. Mirando desde España, se tiene la impresión que Sarkozy marcha en el mismo sentido. Es el show, la política como espectáculo. Es peligroso para la democracia en general. Si sabes hacer un buen show, pasas a ser presidente. Se está eligiendo un showman.

Eso solo da más urgencia a las preguntas: ¿"Ahora qué?" ¿"Qué hacemos ahora?"
Sí, porque todo cambia rápidamente. Incluso los métodos de resistencia no son inevitablemente los mismos hoy que hace diez o veinte años. El repliegue sobre sí misma se comprueba en toda Europa. Es dividir para reinar mejor. Creo que Sarko lo entendió bien junto a muchos otros. Se divide a la sociedad, incluso más que por clase social, por edades. Los viejos y los jóvenes. Se instaló una barrera entre ambos. Un viejo no ve ya a los jóvenes sino a través de la tele. Mayoritariamente, Europa es vieja. Y si tienes a los viejos con vos, tienes la mayoría. El problema, es que un país que cuenta sólo con viejos es un país sin futuro. Aún existen lugares que resisten, dónde hay un poco más de confraternidad, en el norte de España, este costado saludable que se ve aún en las fiestas del pueblo donde un viejo campesino puede beber una copa de vino con un punk. Se conocen. No existe aún el miedo, aunque este fenómeno está llegando. Europa envejece. Eso plantea problemas, porque muchos no podrán acceder a una jubilación. La solución está en abrir las fronteras, que la gente llegue a trabajar, pero con los papeles, no en forma ilegal porque eso es esclavitud. Si se quieren pagar las jubilaciones, es necesario que haya jóvenes que trabajen. Y la juventud está en el tercer mundo.

Hábleme un poco de “Me llaman Calle”, una canción de su último álbum.
Esta canción habla de la prostitución. La escribí para las prostitutas, un mundo que no conocía. Mi felicidad es que las muchachas la hayan adoptado. Se las ve, por otra parte, participar en el clip. Al principio, escribí esta música para un amigo cineasta, Fernando León, quién hizo recientemente una película sobre la prostitución. Se ganó un Goya de la mejor canción y las chavalas fueron quienes buscaron el premio que se paseó por todos los burdeles de Madrid y Barcelona. ¡Qué fuerza tienen ellas! Estoy realmente feliz de este encuentro. Me hice de hermanos y amistades superfuertes.

¿Por qué dio a entender que Radiolina podría ser su último álbum?
Es una frase que dije en un diario, y se malinterpretó. Mucha gente pensó que era mi último CD, que dejaba la música. No es mi intención. Lo que había dicho era que, dado que Próxima Estación, mi anterior álbum había salido hace seis años, si demoraba el mismo tiempo en sacar el próximo trabajo ya no tendría el apoyo de un disco porque seguramente cambiaría el soporte y ya no sería el medio popular y masivo de escuchar música.

¿Considera que si el mercado del disco se hunde, es en gran parte por la descarga ilegal vía Internet?
. Decir eso es una hipocresía inmensa por parte de las discográficas. Hay una evolución tecnológica como hubo diez mil de otras antes. Cuando los que manejan el negocio de la música deja entrever que el problema viene de la piratería, hay algo que no comprendo. Tengo cuarenta y seis años y, por lo que recuerdo, no se esperó Internet para piratear los vinilos. Un 90% de mi discografía de adolescente fue obtenida por el casete. De un vinilo comprado por un amigo, se hacían 90 copias. La única cosa que cambió es que ahora se carga a distancia en minutos, mientras que en mi época, era necesario el tiempo de escuchar el disco. ¡Ya se pirateaba en esa época gracias a los casetes!

Eso pone de manifiesto el costo demasiado elevado de un álbum...
Desde siempre el CD fue demasiado costoso. ¿Quién está haciendo beneficios enormes vendiendo a los jóvenes máquinas para piratear a los artistas? IPod, MP3, Sony... Basta con abrir los ojos para ver la enorme publicidad que elogia la última máquina para piratear música. ¡Venden por millones! ¿Quién incita la juventud mundial a piratear si no es la gran industria? Entonces cuando hablan de crisis, es solamente un dinosaurio que se come a otro. Para ellos es más fácil vender una máquina que la música creada por artistas. Los músicos, esos son pesados, tienen derechos, eso requiere habilidad para negociar. ¡Una máquina, eso cierra su boca! No hay problema de derechos.

¿A fin de cuentas, no es el artista quien más se perjudica con esto?
El único salvavidas para el músico, es el live, un concierto: es la emoción de tocar en vivo. Lo que es espléndido en Internet, es que eso abrió millones de posibilidades que no podrán volverse a cerrar. Es superpositivo porque Internet es, a pesar de todo, la más bonita enciclopedia de la historia de la humanidad. Pero el control todavía lo tienen los mismos de siempre. Da mucha bronca ver que un 80% de los cobros a distancia por abonados a Internet los hace iTunes (Apple). Eso reproduce las mismas cosas. No hay diez mil bocas que se reparten la torta. Es bastante triste.

¿Qué piensan de la idea de suspender las suscripciones de los internautas que cargarían a distancia ilegalmente, como lo dice un reciente informe?
Para luchar verdaderamente contra la piratería sería necesario prohibir a la gran industria vender máquinas que piratean. Es preciso comenzar por el principio. Se centra todo el discurso contra el consumidor. La satanización del tío que que piratea desde su casa. Si Internet, es el futuro sería necesario centrarse en el verdadero problema: ¿Cuánto pagan de derechos de autor quienes venden esas máquinas? ¿Dónde está la parte del músico sobre la venta del iPod?

(*) www.humanite.fr 




NOTA: Tatuy Televisión recomienda ver el vídeo de la entrevista realizada a Manu Chao por TatuyTvc, en el año 2007, que no pierde vigencia y complementa perfectamente este artículo. 


                             

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