No sólo
de pan vive el hombre. Yo, si tuviera hambre y estuviera desvalido en la calle
no pediría un pan; sino que pediría medio pan y un libro. Y yo ataco desde aquí
violentamente a los que solamente hablan de reivindicaciones económicas sin
nombrar jamás las reivindicaciones culturales que es lo que los pueblos piden a
gritos. Bien está que todos los hombres coman, pero que todos los hombres
sepan. Que gocen todos los frutos del espíritu humano porque lo contrario es
convertirlos en máquinas al servicio de Estado, es convertirlos en esclavos de
una terrible organización social.
(…) El
lema de la República debe ser: ‘Cultura’. Cultura porque sólo a través de ella
se pueden resolver los problemas en que hoy se debate el pueblo lleno de fe,
pero falto de luz.
Federico
García Lorca
El 5 de junio de 1898 nace
Federico García Lorca en Fuente Vaqueros, provincia de Granada, hijo de
Federico García Rodríguez y Vicenta Lorca Romero. Será el mayor de cuatro
hermanos: Francisco, Concha e Isabel.
Fue un poeta, dramaturgo y
prosista español, también conocido por su destreza en muchas otras artes,
realizó estudios de Filosofía y Letras y de Derecho en la Universidad de
Granada, donde hace amistad con el núcleo intelectual granadino (Melchor
Fernández Almagro, Miguel Pizarro, Manuel Ángeles Ortiz, Ismael G. de la Serna,
Ángel Barrios). Adscrito a la llamada Generación del 27, es el poeta de mayor
influencia y popularidad de la literatura española del siglo XX. Como
dramaturgo, se le considera una de las cimas del teatro español del siglo XX,
junto con Valle-Inclán y Buero Vallejo.
Al instaurarse la Segunda
República española, Fernando de los Ríos fue nombrado Ministro de Instrucción
Pública. Bajo el patrocinio oficial, se encargó a Lorca la codirección de la
compañía estatal de teatro «La Barraca», donde disfrutó de todos los recursos
para producir, dirigir, escribir y adaptar algunas obras teatrales del Siglo de
Oro español.
Fue cofundador el 11 de febrero
de 1933, de la Asociación de Amigos de la Unión Soviética, creada en unos
tiempos en que la derecha sostenía un tono condenatorio en relación a los
relatos sobre las conquistas y los problemas del socialismo en la URSS. Entre
este año y 1936 escribió Diván de Tamarit, Llanto por Ignacio Sánchez Mejías,
que conmovió al mundo hispano, La casa de Bernarda Alba y trabajaba ya en La destrucción
de Sodoma cuando estalló la Guerra Civil española.
Los embajadores de Colombia y
México, previendo que el poeta pudiera ser víctima de un atentado debido a su
puesto de funcionario de la República, le ofrecieron el exilio, pero Lorca
rechazó las ofertas y se dirigió a su casa en Granada para pasar el verano.
Se sentía, como él lo dijo en
una entrevista a El Sol de Madrid poco antes de su muerte, íntegramente
español.
Yo soy español integral y me
sería imposible vivir fuera de mis límites geográficos; pero odio al que es
español por ser español nada más, yo soy hermano de todos y execro al hombre
que se sacrifica por una idea nacionalista, abstracta, por el sólo hecho de que
ama a su patria con una venda en los ojos. El chino bueno está más cerca de mí
que el español malo. Canto a España y la siento hasta la médula, pero antes que
esto soy hombre del mundo y hermano de todos. Desde luego no creo en la
frontera política.
Tras una denuncia anónima, el
16 de agosto de 1936 fue detenido en la casa de uno de sus amigos, el también
poeta Luis Rosales, quien obtuvo la promesa de las autoridades nacionales de
que sería puesto en libertad «si no existía denuncia en su contra». La orden de
ejecución fue dada por el gobernador civil de Granada, José Valdés Guzmán,
quien había ordenado al ex diputado de la CEDA Ramón Ruiz Alonso la detención
del poeta.
Las últimas investigaciones
determinan que fue fusilado la madrugada del 18 de agosto de 1936, en una
entrevista al diario El Sol había declarado que «en Granada se agita la peor
burguesía de España», y eso fue su sentencia de muerte. Federico García Lorca
fue ejecutado en el camino que va de Víznar a Alfacar, y su cuerpo permanece
enterrado en una fosa común anónima en algún lugar de esos parajes. El escritor,
autor del "Romancero Gitano" fue ejecutado por ser republicano, por
estar del lado de la redención humana.
MEDIO PAN Y UN LIBRO
Discurso al inaugurar la
biblioteca de su pueblo (1931)
Cuando alguien va al teatro, a
un concierto o a una fiesta de cualquier índole que sea, si la fiesta es de su
agrado, recuerda inmediatamente y lamenta que las personas que él quiere no se
encuentren allí. ‘Lo que le gustaría esto a mi hermana, a mi padre’, piensa, y
no goza ya del espectáculo sino a través de una leve melancolía. Ésta es la
melancolía que yo siento, no por la gente de mi casa, que sería pequeño y ruin,
sino por todas las criaturas que por falta de medios y por desgracia suya no
gozan del supremo bien de la belleza que es vida y es bondad y es serenidad y
es pasión.
Por eso no tengo nunca un
libro, porque regalo cuantos compro, que son infinitos, y por eso estoy aquí
honrado y contento de inaugurar esta biblioteca del pueblo, la primera seguramente
en toda la provincia de Granada.
No sólo de pan vive el hombre.
Yo, si tuviera hambre y estuviera desvalido en la calle no pediría un pan; sino
que pediría medio pan y un libro. Y yo ataco desde aquí violentamente a los que
solamente hablan de reivindicaciones económicas sin nombrar jamás las
reivindicaciones culturales que es lo que los pueblos piden a gritos. Bien está
que todos los hombres coman, pero que todos los hombres sepan. Que gocen todos
los frutos del espíritu humano porque lo contrario es convertirlos en máquinas
al servicio de Estado, es convertirlos en esclavos de una terrible organización
social.
Yo tengo mucha más lástima de
un hombre que quiere saber y no puede, que de un hambriento. Porque un
hambriento puede calmar su hambre fácilmente con un pedazo de pan o con unas
frutas, pero un hombre que tiene ansia de saber y no tiene medios, sufre una
terrible agonía porque son libros, libros, muchos libros los que necesita y
¿dónde están esos libros?
¡Libros! ¡Libros! Hace aquí una
palabra mágica que equivale a decir: ‘amor, amor’, y que debían los pueblos
pedir como piden pan o como anhelan la lluvia para sus sementeras. Cuando el
insigne escritor ruso Fedor Dostoyevsky, padre de la revolución rusa mucho más
que Lenin, estaba prisionero en la Siberia, alejado del mundo, entre cuatro
paredes y cercado por desoladas llanuras de nieve infinita; y pedía socorro en
carta a su lejana familia, sólo decía: ‘¡Enviadme libros, libros, muchos libros
para que mi alma no muera!’. Tenía frío y no pedía fuego, tenía terrible sed y
no pedía agua: pedía libros, es decir, horizontes, es decir, escaleras para
subir la cumbre del espíritu y del corazón. Porque la agonía física, biológica,
natural, de un cuerpo por hambre, sed o frío, dura poco, muy poco, pero la
agonía del alma insatisfecha dura toda la vida.
Ya ha dicho el gran Menéndez
Pidal, uno de los sabios más verdaderos de Europa, que el lema de la República
debe ser: ‘Cultura’. Cultura porque sólo a través de ella se pueden resolver
los problemas en que hoy se debate el pueblo lleno de fe, pero falto de luz.
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