16 mar. 2012

El 8 de marzo. Por Edgar Gutiérrez



Una amiga me reclamó mi nota sobre un día para la mujer. El argumento esencial de la crítica era que parecía que intentaba negar las luchas de la mujer, en tanto que, exactamente, mujeres. Por eso escribo esto ahora. No, mi intención no era negar nada, ni decirle cosas bonitas a las compañeras (compañeras de camino). No, de ninguna manera. Espero que lean esto que sigue y a lo mejor ahora resulte un poco más claro.

Los orígenes históricos del “8 de Marzo” no corresponden a un acontecimiento puntual, pues la historia nunca lo es, sino a una sucesión de muchos acontecimientos que ocurren en diversos países y que se van acumulando desde finales del siglo XIX hasta por lo menos el inicio de la primera guerra mundial. Y son sucesos verdaderamente dramáticos: incendios en fábricas con cientos de mujeres y niñas carbonizadas, huelgas y revueltas reivindicativas revolucionarias, huelgas laborales, revueltas antimilitaristas, luchas por el derecho a la libertad de imprenta, de expresión, de asociación y de huelga, entre muchas otras y en todos los ellos la mujer siempre era protagonista.

Hoy gracias a un lenguaje que persigue, la mayoría de las veces confundir, existe una gran confusión que proviene esencialmente del manejo ideologizado de la información. Por ello asistimos, no sólo al cuestionamiento de los hechos históricos verídicos acusándolos de mitos ficticios e irreales, a la relativización histórica que tanto le gusta a los postmodernos. Así que desde algunas tribunas se niega que hubiera habido ningún incendio en fábricas o que se produjeran huelgas generales fortísimas protagonizadas por mujeres, y no sólo en USA, porque desde esa visión acomodaticia e interesada de la historia social (que es bien distinta de la historia oficial) entonces casi no había industria y las mujeres no se incorporan al mercado laboral hasta la década de 1930.

El “Día Internacional de la Mujer Trabajadora” (y no el “Día internacional de la mujer”) hace referencia a lo que históricamente se reclamó con acierto. La gran polémica en torno al 8 de Marzo, a finales del XIX y principios del XX, no era asumida por un sector mayoritario, con la amplitud de aspectos que la entendemos hoy día. En ese entonces, la confrontación principal se situaba en qué el sector de mujeres luchadoras estaba implicado en las luchas obreras por la transformación social revolucionaria y las explotadas del mundo eran las protagonistas. Leyendo los artículos de prensa que se escribían en la época (por supuesto en USA y Europa, la poca prensa latinoamericana que existía en esa época no puede ni imaginarse a una mujer obrera y revolucionaria), se puede comprobar esta afirmación.

Aquellas mujeres organizaban huelgas generales muy duras y prolongadas, y desde las cuales aprendieron a organizarse. Y no sólo en USA en donde las mujeres formaron piquetes callejeros con características novedosas como su especial movilidad y su acción en línea para enfrentarse a las “rompe huelga” y a las “fuerzas del orden” que (como es normal) protegían a las “rompe huelga”  para que pudieran entrar a trabajar, mientras reprimían ferozmente a las huelguistas. Es notable el caso de la mujer española por ejemplo, se organizaba La Igualada en Barcelona, se organizaba las huelgas de las cigarreras sevillanas y madrileñas, y luchas obreras en muchos lugares de España, y de la misma forma actuaban las obreras inglesas, francesas y alemanas y del norte y este de Europa, miles de mujeres, en todos los países industrializados o en vías de serlo, asumieron las luchas revolucionarias enfrentándose a la policía, por lo cual morían (de manera anónima)o iban a parar a la cárcel (y a la tortura).

En esas luchas, decíamos, que las mujeres (muchas veces más rápidamente que los hombres) aprendieron a organizarse y fundaron sindicatos "antisistema" mixtos, casi siemprede tendencia anarquista libertaria y en muchos casos enfrentándose a la visión de los sindicalistas (sindicaleros) que pensaban que eso no era problema de una mujer “decente” (No se, pero en algunos aspectos, muchos varones siguen pensando igual hoy, aun algunos que se llaman revolucionarios). Y de manera pionera lograron incorporarel concepto de la “emancipación” de la mujer en muchos frentes de lucha, además del laboral. Eran verdaderamente avanzadas y, ya entonces, luchaban por la abolición del trabajo asalariado por considerarlo esclavista. Es decir luchaban por la creación revolucionaria de un nuevo orden, de una nueva sociedad.

Se podrían nombrar muchas de esas mujeres, que sin duda merecen ser nombradas, recordadas y amadas, pero pensando en sus hechos es preferible nombrar más bien el contenido de sus luchas revolucionarias: Por ejemplo, su crítica a todos los variados sistemas de poder que se encadenan dentro el sistema del capital, la claridad para relacionar el sexo, la raza y la clase social para hablar de la emancipación femenina en necesariamente, los tres frentes de opresión, y el entender a la mujer, no como una “minoría”, sino como “las más pobres” entre los pobres y “las más oprimidas” entre los oprimidos, y por ello sus luchas tenían un sentido de enfrentar “el sistema” y construir una sociedad socialista, y no sólo el matiz reivindicativo que se pretende. Y esas mujeres eran obreras industriales, a veces trabajando, a veces desempleadas pero también organizadas contra el desempleo, pero a veces “amas de casa” realizando el trabajo doméstico y exigiendo en las calles pan y otros alimentos, y enfrentadas a su condición de esclavas por el matrimonio, por los preceptos la iglesia y su doble moral y por los intereses del patrón, del capitalista.

Los y las reformistas de hoy (creo, desde mi extraña manera de ver las cosas, que muchos de los reformistas de hoy son precisamente los que pretenden ser los más ortodoxos) siguen repitiendo que las luchas del 8 de marzo fueron iniciadas por las mujeres que luchaban, con razón pero esencialmente, por el derecho al voto, pero no es así. Las mujeres sufragistas, de manera particular las revolucionarias, no aislaban sus luchas del cuestionamiento a la explotación laboral y social y por ello en sus manifiestos cuestionan el capitalismo y el patriarcado, el matrimonio y el patrimonio y reclaman además de derecho al voto, derecho a la participación, a tener voz, derecho a la vida, en pocas palabras derecho a construir una nueva sociedad revolucionaria. No importa que la industria de la comunicación diga otra cosas y hoy nos haga celebrar un “Día de la mujer” algo light, ligado a luchas muy posteriores (que toman la referencia a los hechos del 8 de marzo en USA) y olvidando así la historia de las luchas obreras y laborales en general de fines del siglo XIX y principios del XX.

El cuento de cómo la industria de la comunicación y los “asuntos de estado”, cada uno por su parte y desde sus coincidentes intereses, cambiaron la historia de todas estas luchas y las redujeron sólo al voto y al sexo, es larga, pero debería ser contada.

Quizá por ello, en la actualidad, el 8 de Marzo, no es un día de huelgas generales de las mujeres trabajadoras, desempleadas, precarias, sometidas, aunque los motivos para ello no hayan, en absoluto, desaparecido (ni siquiera en la Venezuela de hoy),quizá por ello no es un día de piquetes policiales en las calles listos para reprimir mujeres luchadoras, quizá por ello no hay multitudinarias marchas, casi en ninguna parte, exigiendo ni la abolición del trabajo asalariado ni del patriarcado ni del sistema que actualmente los cobija: el capitalismo, y muchas de las que se hacen se dedican a celebrar un triunfo todavía por obtener. Y ahí está mi crítica, no a la historia del 8 de marzo sino a la manera de celebrarlo quitándole el contenido de lucha revolucionaria y escondiendo la lucha de clases, motivo y razón verdadera de toda esta historia.

Por ello la consigna “No puede haber revolución sin la participación de la mujer” es un lugar común. La revolución como hecho global solo puede hacerse desde la participación de todos y cada uno de los estamentos de la sociedad, cada uno ubicado en su posición de clase y de praxis.Y la mujer siempre ha entendido ese reto y lo asumió sin ninguna duda.

1 comentario:

Ana dijo...

Gracias Edgar, realmente nos hace falta investigar la historia, es triste quedarnos repitiendo parámetros, y terminar "celebrando" días que deberían ser de lucha.